En Grisaleña, Padrones de Bureba, Rucandio, Cernégula, Medinilla de la Dehesa, Villagutiérrez, Cornejo de Sotoscueva, Zael, Hinestrosa, Valbonilla, Hinojar de Cervera, Mambrillas de Lara y Pinilla de los Moros nadie ha pedido cita física con el médico de cabecera en los últimos tres meses, al menos. En otros 97 pueblos el facultativo ha visto a menos de diez pacientes desde comienzos de enero. Estas cifras, oficiales, evidencian que la despoblación y la aplicación estricta de la denominada 'ley de frecuentación de 1991' -que establece que en pueblos con menos de 50 tarjetas sanitarias solo hay visita médica con cita previa- aboca al cierre a decenas de consultorios de pueblos pequeños. En Burgos, en concreto, la amenaza pende sobre el 18% de sus 596 consultorios; la segunda cifra más alta de la Comunidad, por detrás de León.
La Consejería de Sanidad niega que en Castilla y León estén cerrando los centros médicos de las localidades más pequeñas y no es mentira, pero tampoco verdad. Porque como alegan los vecinos de estas poblaciones, que en Burgos se cuentan por decenas, que el médico acuda una vez al mes -y siempre que alguien pida cita, si no, ni siquiera eso- no puede considerarse asistencia sanitaria.
«En Zael tenemos pocas tarjetas, es verdad, pero eso no significa que tengamos que estar peor atendidos», afirma la alcaldesa, Ana Angulo, recordando que, como en otros tantos lugares, «tenemos gente muy mayor, que no puede ir al médico a Villahoz o a Tordómar, que es lo que nos dicen». Y, si no, a Lerma, que es el centro de salud de referencia para Zael. «Me parece injusto, porque primero pusieron un cartel informando de que vendrían una vez al mes, pero luego, nada», lamenta Angulo, matizando que si la visita tiene que ser a domicilio por fuerza, el médico sí se desplaza. Pero eso todavía no ha sucedido este año.
En el caso de este pueblo ubicado a 12 kilómetros de Lerma y con cero consultas presenciales en lo que va de 2024, afirman que «los cambios drásticos se produjeron con la pandemia». Una crisis a la que aluden muchos otros alcaldes, como el de Padrones de Bureba, Miguel Ángel García, donde tampoco ha habido ni una sola consulta presencial en un trimestre. «Antes de la pandemia, el médico venía todos los miércoles. Ahora, servicio a la demanda. Y no es cómodo porque, en lugar de pedir cita, esperas a ver si se te pasa», explica García, antes de destacar que «aprovecharon la pandemia para recortar servicios y, en este caso, con el inconveniente de que nosotros todavía pagamos por mantener el consultorio en condiciones:la limpieza, la luz... No nos atienden, pero nos cuesta dinero».
La amenaza de cierre es heterogénea y afecta, sobre todo, a los pueblos que, como Padrones de Bureba, están en el centro de la provincia. Los datos evidencian que el mayor problema está en las zonas de atención de los centros de salud de Briviesca (17 consultorios con menos de diez pacientes tratados físicamente en 2024); Burgos Rural Sur (10 consultorios con menos de diez visitas cara a cara); Lerma (16 consultorios con menos de diez visitas cara a cara); Melgar (9 consultorios con menos de diez visitas presenciales); Salas (7 consultorios sin pacientes presenciales este año); y Sedano (14 consultorios sin visitas presenciales este año). En estas zonas coincide que hay mucha dispersión, menor densidad de población y, ante la pérdida de las visitas médicas periódicas, los vecinos han adquirido la costumbre de ir directamente al centro de salud de cabecera de la comarca.
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