Como es habitual desde que se mudó a Valladolid con 16 años, Marta Fernández Infante llega al Centro Río Esgueva para zambullirse en el agua y moverse como no lo puede hacer fuera de ella por la parálisis cerebral y la tetraparesia espástica que sufre desde que nació. Esta enfermedad es degenerativa y la culpable de que apostara por la natación a modo de rehabilitación cuando era niña. Pero ahí se le abrió la ventana a un mundo del que se ha convertido en referente. De la mano de su entrenador, Raúl Carrasco, ya es campeona de Europa, del Mundo y Paralímpica. Esto último lo logró en Tokio en 2021 y supuso su consagración a nivel internacional. Desde entonces, su enfermedad ha empeorado y la presión competitiva aumentado y mucho, pero tiene claro lo que quiere: «Disfrutar de París».
Por fin llegan los Juegos Paralímpicos de París, imagino que se moría de ganas.
(Se ríe) Sí, sí. Como los Juegos Paralímpicos son más tarde que los Olímpicos, el verano se hace largo, pero ya lo veo cerca y tengo ganas. Eso sí, yo tardo en empezar a nadar. Después de cinco días ya me tocará por fin.
¿Se le han hecho muy largos estos meses? ¿Y ha visto los Juegos Olímpicos?
Yo he visto todo, todo, todo... menos la natación. En Tokio ya me pasó y es que no quiero ver la natación para no ver la piscina en la tele. Quiero llegar y verla por primera vez. Sí que preguntaba qué pasaba y quién ganaba porque me interesaba lo que ocurría, pero quería mantener la imagen mental. Así me creo que cuando llegue la veré más pequeña. En Tokio me pasó eso y funcionó. Son manías de cada una (ríe).
Marta Fernández Infante, nadadora paralímpica burgalesa. - Foto: Luis López Araico¿Cómo es su día a día en estas piscinas?
Trabajo de normal por las mañanas y por las tardes entreno, pero desde junio necesitaba dejar de trabajar. Llevo dos meses así, entrenando mañana y tarde para estar centrada y creo que ha sido la mejor decisión. Decidimos no subir a Sierra Nevada como hizo la mayoría y es que en año paralímpico no se tocan los planes. Estar en casa, en mi ambiente, tener esta burbuja creo que me ha venido muy bien.
Soy una novata en los Juegos porque en Tokio no había público y nosotros no podíamos hacer nada. Estábamos en una burbuja»
Físicamente se ha preparado a conciencia, ¿pero qué le pasa por la cabeza?
De todo. Tengo tantas ganas porque soy prácticamente novata en los Juegos Paralímpicos. ¡En Tokio no había público! Se lo comentaba a mi psicóloga, que no sé lo que es competir en unos Juegos con gente en las gradas. Y ya me decían en Tokio que, aunque me estuviera pareciendo increíble, no tiene nada que ver con la realidad. Si hay público y se bate un récord del mundo se cae la piscina. No sé si esta vez podré batir un récord porque están muy caros, pero disfrutaré del público, de mi familia y de mi entrenador, que no fueron a Tokio.
¿Qué aspectos espera que se mantengan y cuáles se diferencien entre ambas citas paralímpicas?
Tokio fue Tokio y París será París. No creo que vaya a ser nada igual. El recuerdo que tengo de Tokio es el de escupir todas las mañanas para hacer la prueba covid. Es cierto que la cultura japonesa es increíble, pero es que no nos dejaron hacer nada. De hecho, 48 después de acabar te tenías que ir. No había ambiente olímpico. Nada. No te podías relacionar ni con otros deportistas de España. Por eso creo que París será una locura.
¿Con quién compartirá más momentos en la villa?
Siempre comparto habitación con Nahia Zudaire (también nadadora), somos compañeras para cualquier competición. Todo el equipo en general nos apoyamos mucho, pero con Nahia me entiendo especialmente.
La prueba que más hemos preparado es el 100 libre. De la que más ganas tengo y disfruto es el 50 mariposa»
También estará su familia.
Y están más entusiasmados que yo si cabe. Fueron a un Mundial en Madeira (Portugal), pero mis hermanos, por ejemplo, no han ido a verme nunca a nivel internacional. Y no solo irá mi familia, vienen también amigos y amigos de mis amigos. Lo único malo es que al ser ya en el mes de septiembre hay otros que no pueden ir por temas laborales o porque los niños empiezan el colegio.
¿Cómo explica a alguien que no la conoce las dificultades con las que cuenta respecto a una nadadora olímpica?
Yo tengo que superar todas las exigencias del deporte de alto nivel, además de controlar mi enfermedad. Es un plus. Debo saber si mi cuerpo tira o no tira. Tengo que controlar si se me sale la clavícula o sufro brotes de espasticidad (trastorno motor del sistema nervioso por el que los músculos se mantienen contraídos y provocan rigidez, dificultando o impidiendo el movimiento), pero todo eso ya sabemos que está ahí. Jugamos con ello.
¿En qué pruebas competirá? ¿Podrá descansar lo suficiente entre ellas?
A nivel individual haré el 50 braza, el 50 espalda, el 100 libres y el 50 mariposa, aunque tendré que subir dos categorías para este último (su discapacidad le sitúa en la denominada categoría S3 y dicha prueba solo la compiten en S5, es decir, nadadoras con un grado más leve de discapacidad). Es nuestra apuesta. A nivel relevo puede que participe en el 4x50 estilos y en el 4x100 libres. Respecto al descanso, el calendario es el que es y me tiraré a la piscina cinco días seguidos. Eso sí, lo tengo muy entrenado.
Después de Tokio no supe gestionar la presión. Fui siendo una novata y volví siendo campeona paralímpica. Todo el mundo se acostumbró a que ganase todo»
¿Qué prueba es en la que más disfruta nadando?
La que más disfruto es el 50 mariposa, aunque competiré con gente que está mejor que yo, pero la prueba que más hemos preparado es el 100 libre.
¿Ha cambiado mucho Marta desde Tokio? ¿Puede repetir esas tres medallas?
Tokio no dejaba de ser mi segunda competición internacional. Jamás pensaba en medallas y ahora solo quiero disfrutar. Todas las personas me preguntan que con cuántas medallas voy a volver de París y yo solo quiero disfrutar de la experiencia. Eso sí, he cambiado sobre todo por mi cabeza. Sé gestionar mejor todo. A nivel de forma no tengo ni idea de si estoy mejor o peor que en Tokio.
¿Sí que siente esa presión de ser una de las favoritas?
Ahora no, pero cuando volví de Tokio no supe gestionarla. En el siguiente Campeonato de España me puse a llorar después de nadar 100 metros. No podía. Me fui a Tokio siendo una novata y volví siendo campeona paralímpica. Todo el mundo se acostumbró a que yo ganase todo. Pasé de no poder entrenar en San Amaro a que las piscinas llevasen mi nombre. Fíjate que cambio y nadie te enseña a gestionarlo.
¿Se fija mucho en las rivales de cara a estas citas o sí que es capaz de aislarse?
Cuando me tiro al agua no me fijo demasiado en ellas, me centro en mí. En Tokio me fue fácil porque no conocía a nadie. Casi llegué de sorpresa y realmente no sabía ni quién estaba por ahí. Ahora es diferente. Nos seguimos en redes sociales, me entero de lo que hacen y si no ya me lo cuentan en el equipo (ríe). Eso sí, también ha sido un proceso porque he tenido que aprender a ser favorita muchas veces.
Pasé de no poder entrenar en San Amaro a que las piscinas llevasen mi nombre»
¿Si llegar a Tokio fue un sueño, qué es alcanzar París?
Es que realmente se nos olvida que llegar ya es increíble. Estamos malacostumbrados. Cuando estás arriba no valoras lo difícil que es llegar y realmente a París nos ha costado llegar mucho.
Cuando se triunfa siempre se echa mano de la frase 'Ni en mis mejores sueños'. Por eso, antes de que pueda triunfar de nuevo, le pregunto, ¿cuáles son sus mejores sueños respecto a los próximos días en París?
Lo que quiero es disfrutar de París. He tenido un año difícil y, pase lo que pase, quiero disfrutar sin pensar en medallas. Quiero dar mi mejor versión y pensar que si me han ganado es porque han sido mejores que yo ese día. Esa es la filosofía.