De los peluches a la 'zona friki'

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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El desplome de nacimientos -y de bautizos- ha hecho que las jugueterías se reinventen y que dediquen parte de su mercancía y su trabajo al adulto coleccionista

El juguetero David Manso, con un enorme oso de peluche, un regalo frecuente entre amigos cuando nace un bebé. - Foto: Luis López Araico

No le sorprende a David Manso, que lleva alrededor de 11 años trabajando en la mítica juguetería Chapero de la Plaza Mayor, las cifras que indican el desplome de la natalidad en la provincia de Burgos. Él lo viene detectando en su trabajo día a día. «Claro que se nota que cada vez nacen menos niños y esto ha hecho que el sector se reinvente y que se siga ofreciendo lo mismo de siempre pero que, a la vez, se ponga el acento de la 'zona friki', esa que está llena de muñecos de coleccionistas o de series que no son para niños, que tienen su nicho en el público adulto, de más de 30 y de 40 años», explica, mientras muestra en una de las estanterías una extensa colección de los denominados funkos, unos muñecos cabezones que representan a personajes de ficción, además de otros vinculados a series de plataformas como Stranger Things, que obviamente no es para niños pequeños. Otras muñecas como la famosa Mariquita Pérez, que se empezó a comercializar en los años 40, y la Nancy, más propia de las niñas de la Transición, son también objeto de deseo de coleccionistas: «Tenemos clientes que saben que todos los años salen una o dos ediciones especiales y enseguida nos las encargan». Chapero, que lleva más de cien años asombrando con su enorme escaparate a la chiquillería, sigue el ritmo de los tiempos. 

No solo vienen descendiendo los nacimientos año a año con lo que eso significa para el consumo de juguetes destinados a los niños más pequeños sino que también, apunta David Manso, cada vez hay menos bautizos (entre 2015 y 2021, según datos del Arzobispado se ha pasado de 1.896 ceremonias de este tipo a 1.095, en parte por la baja natalidad y en parte por el desapego de las nuevas generaciones a la Iglesia Católica) y eso ha hecho que ya no se hagan regalos con este motivo. Aun así, aún se mantiene la venta de mantas de juego y de cachivaches con música y actividades para estimular las capacidades de los bebés. Pero lo que más triunfa son, sin duda, los peluches de todos los tamaños, incluidos los más grandes como el que David sostiene en la fotografía. «Se trata de un regalo que suelen hacer grupos de amigos cuando nace un niño de uno de ellos».

A pocos metros de la puerta de la clásica juguetería se encuentra Azucena, una de las tiendas de ropa infantil más antiguas de la ciudad junto con Gisela, en la Plaza de España. «Somos las más veteranas», dice Azucena de Lomas, que lleva más de 50 años en el negocio y para quien el problema no es el descenso de la natalidad sino la oferta que hay a través de internet. «Aquí no hemos notado la bajada de las ventas de ropa de bebé, de hecho, nunca nos queda nada de temporada en el tramo de 0 a 1 año y la gente viene a comprar como siempre, da la impresión de que aunque nazcan menos niños, se gasta lo mismo con los que nacen». Ella, que habla desde la experiencia, parece que no se equivoca porque en el centro de la ciudad se pueden contabilizar al menos 9 tiendas dedicadas a vestir a los cada vez más escasos bebés.

Este comercio es un clásico, un lugar en el que encontrar ropa de toda la vida -sanfranciscos, ranitas con volantes- y de calidad frente al 'moda rápida' de las cadenas comerciales, esas que han acostumbrado al cliente a no decir buenos días cuando entra, como dice Azucena con mucha ironía: «¿Alguien te saluda cuando entras a comprar en una gran superficie? Pues aquí lo hacemos siempre». Probablemente eso haya hecho también que la clientela se mantenga fiel y el envejecimiento de la población no le haya hecho mella.