El gran desembarco de peregrinos comienza en abril a pesar de que en ese momento se encuentran en la provincia burgalesa hasta 400 camas menos disponibles que en los meses de verano. En la última campaña se registraron las cifras más altas de pernoctaciones tanto ese mes -que suele servir como pistoletazo de salida al Camino de Santiago- y, especialmente, en mayo. La mayoría de los albergues aprovechan esa fecha para abrir sus puertas, aunque el máximo de plazas ofertadas se alcanza en pleno agosto, como demuestra un informe de la Junta de Castilla y León.
En la última temporada se recuperaron los peregrinos y los extranjeros volvieron a ser los más habituales en la ruta. Además, los coreanos -uno de los síntomas de normalidad- regresaron con fuerza después de que en 2022 aún se arrastrara la pandemia, que vació el Camino de Santiago desde 2020. Las pernoctaciones se dispararon en abril y mayo hasta las 35.544, mientras que en julio y agosto se quedaron con 20.959 pese a que en ese momento se alcanzó el máximo de plazas en los albergues.
Enero y febrero rondaron las 500 pernoctaciones, mientras en marzo se elevaron hasta las 3.305. En abril ya se detecta un mayor movimiento (13.780) y el pico se alcanza en mayo (21.764). En junio y septiembre se mantienen las buenas cifras (alrededor de los 14.000), mientras en julio y agosto se nota ese descenso. En los últimos meses del año se vuelve a mostrar esa caída, que coincide también con el descanso de muchos albergues.
Las estancias en los albergues de la provincia burgalesa crecieron un 43,1% en el último año con respecto al 2022 y, como ya confirmaban muchos hospitaleros durante la temporada alta a este periódico, se había logrado de esta forma olvidar la crisis sanitaria. La cifra media de ocupación se sitúa en 28,4%, pero ese dato se dispara tanto en abril (45,2%) como en mayo (57,3%). El hecho de que haya menos camas disponibles genera esos porcentajes, ya que si en abril se ofertaban 1.015 plazas la cantidad llegaba a 1.395 en agosto.
Muchos alcaldes de la provincia han reclamado durante los últimos tiempos que los albergues permanezcan abiertos durante más meses al año y no solo cuando resulta más rentable, ya que también se trata de ofrecer un servicio básico a aquellos que realizan la ruta durante la época menos habitual. Como demuestra el estudio, en marzo, abril, octubre o noviembre algunos albergues tienen sus puertas cerradas pese a que pasan unos cuantos romeros. Y para tratar de resolver esta situación, en pueblos burgaleses como Agés -que ha sacado a subasta recientemente su albergue municipal- ponen entre las condiciones para gestionarlo que solo cierre dos meses al año.
Durante el 2022 se registraron un total 67.027 pernoctaciones y el número de plazas que se ofertaban se quedaba de media -entre todos los meses- en 673. Mientras, en 2023 se llegó hasta las 95.945 veces que se hospedaron cuando la media de plazas ofertadas por mes se situaba en 925. Los primeros años que se realizó este estudio fueron 2020 y 2021, que estuvieron directamente marcados por la crisis sanitaria. Apenas hubo movimiento en ese tiempo y muestra de ello es que apenas se quedaron a dormir 5.808 y 23.914 en cada una de esas temporadas.
Aunque no hay datos diferenciados por provincias, el dato general de pernoctaciones en Castilla y León en 2019 (463.403) y en 2023 (406.628) hablan de esa recuperación tras los años de parón por el coronavirus. León fue la provincia de la Comunidad que más mejoró durante el último año a la hora de alojarse y alcanza las 241.563, lo que supone un incremento del 48,4% con respecto a 2022. Le sigue Burgos (43,1%) y después está Palencia (26,8%). Ahora ya toca pensar en la nueva campaña.