Los jóvenes rurales se sacan el carné antes que los de Burgos

DIEGO PÉREZ LUENGO / Burgos
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Las necesidades de movilidad de los burgaleses de los pueblos hace que «tengan más motivación» para conducir. En Burgos ciudad la media de edad para obtener el permiso ronda los 24 años y tardan unos diez meses en sacarlo

Tan solo el 25% de los alumnos son capaces de aprobar a la primera el examen práctico. - Foto: Roger Roque

Sacarse el carnet de conducir es una de las grandes ambiciones que suelen tener los jóvenes que cumplen 18 años. Va cosido a la mayoría de edad y hay quien lleva desde los 17 preparándoselo. El problema es que en el camino se pueden interponer numerosos factores que lo alarguen. En Burgos capital la media de edad de las personas que obtienen el permiso para conducir ronda los 24 años. Las esperas y las prioridades entran en juego. Sin embargo en la provincia, la necesidad de movilidad de los jóvenes que viven en los pueblos hacen que sea más rápida la obtención de dicho permiso.

La necesidad de movilidad es de hecho uno de los factores más determinantes a la hora de la rapidez que emplean los residentes en los pueblos para sacarse el carnet. En la capital se cuentan con opciones de transportes como el autobús urbano o los vehículos de movilidad personal como los patinetes, pero si alguien que vive lejos de un núcleo urbano o depende de que sus padres le lleven y le traigan para desarrollar su vida, suele ser «más fácil» que opte por sacárselo. 

Así lo refleja el presidente de la Asociación Provincial de las Autoescuelas de Burgos, Juan Carlos Ramírez, quien además destaca que los jóvenes que residen en municipios más pequeños «van más motivados porque tienen una necesidad real de moverse». A eso se le suma que en esos entornos los menores suelen haber establecido contacto con tractores u otro tipo de vehículos, lo que hace que «tengan más destreza y coordinación», reduciendo a su vez los plazos.

En la capital se produce una situación totalmente distinta. La urgencia para lograr el permiso de conducción no es tanta y eso hace que se atrase la edad media que, según Ramírez, está en torno a los 24 años. «Antes los jóvenes se sacaban primero el carnet y luego iban a la universidad y ahora en muchos casos es al revés», apunta el director de la asociación de autoescuelas. Las prioridades han cambiado y a eso se suma la facilidad para desplazarse dentro de las ciudades. Tanto los patinetes como los autobuses urbanos hacen que los jóvenes tengan más paciencia para circular con su propio coche.

Aun así, sigue habiendo gente que se fija como una prioridad tener su permiso en cuanto cumple los 18. Para ellos se abren distintos frentes dado que muchas veces quererlo no significa conseguirlo. Ramírez estima que el porcentaje de aprobados en primera convocatoria en la prueba práctica ronda el 20-25% y que la mayoría de alumnos tienen que esperar a la segunda o tercera oportunidad para lograr el visto bueno del examinador.

Miranda y Aranda son los dos centros desplazados de la provincia de Burgos donde se efectúan exámenes. Allí, como comenta Juan Carlos Ramírez, es «distinto» dado que «el volumen de circulación, los recorridos para evaluar las destrezas y las casuísticas del tráfico son menores, lo que puede hacer que sea más sencillo aprobar que en una ciudad grande». También pone como ejemplo el terreno de Miranda, por lo general «más llano» que el de Burgos capital, donde se pueden encontrar rampas en las que es «más complicado» estacionar o realizar maniobras.

Plazos. Actualmente con las esperas por la falta de examinadores y el sistema CAPA -procedimiento informático que reparte exámenes prácticos entre todas las autoescuelas de la provincia-, los plazos para sacarse el carnet en Burgos se acercan a los 10 meses. Antiguamente había pruebas todas las semanas y el número de estas «era bastante adecuado» en relación a la demanda. «Esto permitía que en tres o cuatro meses» se pudiesen obtener los permisos. En esos espacios de tiempo también influye el número de intentos en el apartado de circulación. «Si se te da mal el plazo se puede elongar mucho. Hay gente que lo deja por razones de tiempo o por motivos económicos», explica el presidente de la asociación que reúne a una decena de autoescuelas.

El número de clases al volante que reciben los burgaleses es otro de los aspectos que varían dependiendo de si nos centramos en el medio rural o en la capital. «En la capital las prácticas pueden rondar las 30 o 35 clases», habiendo casos en los que con 25 es suficiente y otros que precisan de más de cuarenta. Pero en el medio rural ese número baja por los «contactos previos» establecidos con, por ejemplo, maquinaria agrícola.

La edad influye a la hora de ponerse a los mandos de un coche y las personas que superan los 30 «tienen más dificultades» también para conducir y lograr el aprobado. «Sobre todo el miedo y la caída de destreza hacen que se les complique más a los que lo han ido dejando», añade Ramírez. 

El examen teórico lo superan aproximadamente el 80% de los que se presentan a la primera, pero a la hora de hablar del práctico entran en juego numerosas variables. Los jóvenes de los pueblos, por norma general, tienden a ser más rápidos que los de la capital. Aún así, la falta de examinadores también ha hecho que los plazos se hayan visto alterados en los últimos años.