La práctica restaurativa es una filosofía de vida cada vez más extendida en la docencia. Consiste en abordar conflictos mediante el diálogo y la comprensión mutua entre las partes implicadas. Requiere ser capaz de escuchar al contrario y ponerse en su lugar, así como argumentar pausadamente. La implantación de esta forma de resolver problemas en el ámbito educativo es de utilidad para criar futuros adultos que dispongan de más inteligencia emocional y sepan gestionar sus conflictos y emociones.
Con este objetivo parte la Asociación de Justicia y Práctica Restaurativa. La entidad sin ánimo de lucro se encarga de dar formación al profesorado de los centros educativos para que sean conscientes de cómo aplicar la práctica restaurativa en sus aulas. «Queremos afrontar desde el principio los problemas de disciplina mediante el sentimiento de pertenencia a un grupo, lo que evita conflictos y, en caso de que se conformen, todos los chicos puedan intervenir para subsanarlo y aprender de ello», explica Jonathan Huelmo, director del Centro de Formación del Profesorado e Innovación Educativa de Burgos.
Desde su inicio, contaron con el apoyo de la Dirección Provincial de Educación de Burgos. El año pasado comenzaron el programa en 18 centros de la provincia, de los cuales cuatro han adquirido este modelo como su filosofía educativa. Para que sea efectivo, el proyecto «no lo pueden seguir solo un par de profesores, sino que tiene que ser una filosofía que comparta al menos el 75% del claustro de profesores», recalca Jonathan Huelmo.
Pretenden descartar la vía del castigo de los alumnos para instaurar una táctica en la que, hablando con el estudiante causante de un conflicto, él mismo entienda el problema, muestre arrepentimiento y quiera subsanar el daño provocado. «Esta metodología muestra evidencias científicas de que logra que se mejore la convivencia en el centro. Trabaja la inteligencia emocional, la escucha activa y otros recursos», asegura el director del CFIE.
La Asociación de Justicia y Prácticas Restaurativas funciona a nivel nacional, aunque tiene más presencia en Burgos y Baleares. En total, cuenta con 150 socios, de los cuales 24 son formadores en Burgos. Antes de su constitución oficial a principios de 2024, ya implementaban la práctica restaurativa en colegios e institutos a través del Programa de Alumnos Ayudantes y Mediadores. Enseñaban a un par de estudiantes por aula a aconsejar a sus compañeros en la solución de problemas. Sin embargo, el programa se les quedaba corto. La nueva estrategia «se diferencia en que le damos a todo el alumnado técnicas para solventar conflictos», concreta el director.
El siguiente paso es introducir la práctica restaurativa directamente en la universidad. De hecho, están organizando unas prácticas extracurriculares con la Universidad de Burgos para los matriculados en los Grados de Pedagogía y Trabajo Social. «Consistiría en darles formación y que trabajasen con estudiantes que hayan cometido un delito o en los institutos más conflictivos», detalla Huelmo.