La Ribera del Duero no se retira de EEUU y confía en su vino

G. ARCE / Burgos
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El presidente de Consejo Regulador, Enrique Pascual, considera que el consumidor norteamericano valora la calidad y asumirá el sobreprecio que suponen más aranceles

Enrique Pascual, presidente de la DO Ribera del Duero. - Foto: Alberto Rodrigo

Los vinos de la Ribera del Duero reciben de forma "negativa" el incremento arancelario anunciado anoche por Donald Trump, aunque finalmente no es la penalización del 200% que aventuró el presidente norteamericano, sino que se queda en el 25%. "Tenemos que afrontar que el coste se va a incrementar y esperemos y deseemos que realmente no repercuta muy negativamente en las ventas", reconoce el presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen, Enrique Pascual, que fue uno de los participantes en el encuentro empresarial desarrollado esta mañana en la Cámara de Comercio con la secretaria de Estado de Comercio, Amparo López Senovilla.

"Lucharemos como siempre hemos luchado, estamos acostumbrados a batirnos el cobre en cualquier terreno y calidad tenemos, eso sí que es cierto, la calidad es fundamental", por lo que espera que sea tenida en cuenta por el consumidor norteamericano "y le merezca la pena pagar un poco más y seguir disfrutando de de nuestros vinos", reflexionó Pascual.

El representante de los vinos de la Ribera del Duero adelantó que no se retirarán del mercado de EEUU. "Tenemos un acuerdo con Rueda en el mercado americano, con el que  llevamos trabajando desde hace años, un acuerdo muy ambicioso y muy interesante para el mercado del vino, ellos con los blancos y nosotros con los tintos, y es muy importante para nuestros presupuestos". "Cuando veamos ya el resultado de la evolución del mercado americano, el cómo responde, pues será el momento, lógicamente, de tomar una decisión más definitiva", sentenció.

Las ventas de vino a EEUU apenas suponen un 2% de la producción de Ribera de Duero, aunque suponen el 10% de las exportaciones de la DO. Paradójicamente, los aranceles penalizan un consumo que está creciendo en el país de Trump. El riesgo, intuye Pascual, es que el cierre de este mercado lleve a los exportadores a otros mercados alternativos en los que puede haber choque y cruce de intereses.