Arranque de año complicado para la hostelería y el comercio de Aranda de Duero. Han pasado poco más de dos meses y casi una decena de negocios han bajado la persiana por diversos motivos. En unos casos, el traspaso llega por falta de personal. Y, en otros, por jubilaciones sin relevo. También influye la imparable subida de costes, el elevado precio de los locales o el auge de las compras online. Todo ello se traduce en un goteo incesante de cierres y, con ello, en una nueva estocada al sector tras años de altibajos. De hecho, la cifra de autónomos volvió a descender en enero hasta los 2.510, lo que supone el registro más bajo de los últimos 12 años. Toca remontarse a 2012 para hallar un dato inferior, cuando se contabilizaron 2.457 trabajadores por cuenta propia en la capital ribereña. Incluso en plena pandemia se dieron mejores cifras de afiliados al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos: con 2.574 en el año 2020, 2.559 en 2021 y 2.584 en 2022.
«Es difícil sobrevivir», admite Elvira Madrigal, que ha decidido traspasar su negocio de hostelería, en los Jardines de don Diego, por falta de personal. Cuenta que las dificultades para afianzar un equipo le han llevado a poner el punto y final, tras emprender por primera vez en julio de 2021. «No es un oficio en el que haya gente por vocación, de ahí que cueste lograr un compromiso», lamenta, mientras detalla que hace unos meses ya tuvo que recortar el horario de apertura por no contar con suficientes empleados. Y eso que el modelo de bar-restaurante que puso en marcha «funcionó y muy bien». Pero la falta de personal le ha lastrado. «No poder desarrollar un proyecto porque no consigues un equipo es el colmo, da mucha rabia», reconoce.
Así que, pese a su pasión por la hostelería y a que el negocio caminaba en buena dirección, la escasez de mano de obra le ha pasado factura. «Me dedicaba todo el día a apagar fuegos y no iba a consentir no disfrutar de mi trabajo. Al final te acaba quemando y así no se puede seguir. Si no puedes disfrutar de tu propio proyecto, no tiene sentido», remarca convencida y ya con algún proyecto en mente. «Me gusta la hostelería. Es lo mío y de una forma u otra estaré ahí».
Al margen de su negocio, Madrigal lamenta el panorama que se vive en Aranda a nivel comercial. «Se está destruyendo gran parte. Vamos de cabeza a que lo único que queden sean cadenas». Tampoco «es fácil ser autónomo», lamenta, en referencia a la multitud de «impedimentos burocráticos» a los que se enfrentan. «Es algo que a veces te machaca. No hay facilidades como en otros países», añade.
Adiós tras 43 años. En el otro lado se sitúa Amparo Mencía, gerente de la Boutique Menci, que se dispone a despedir una trayectoria de 43 años dedicada al comercio. Sin relevo a la vista, hace una valoración «muy positiva» y remarca que en las últimas semanas «cantidad de clientas» le han transmitido la pena que les da este cierre. Durante 20 años, Mencía tuvo su tienda en el centro comercial Isilla y los otros 23 junto a Santa María. «A ver si alguien se anima a poner algo, aunque últimamente todo va a menos», apunta, para concluir con una sugerencia: se necesitan más aparcamientos en el centro.