Casi dos décadas lleva el cántabro Alfonso Bourgon afincado los fines de semana y los veranos en la comarca de Las Loras. Durante sus innumerables paseos por todos y cada uno de los municipios que componen el norte de esta comarca, nunca había reparado en un elemento que, el común de los mortales, identificaría como una simple roca. Sin embargo, y he aquí lo extraordinario de su hallazgo, se trata de un altar cuyo origen se remonta a hace 5.000 años, es decir, unos 3.000 antes de Cristo. Todo ello a los pies de la mismísima Peña Amaya, un marco absolutamente incomparable.
«He pasado una infinidad de veces durante los últimos años por delante y nunca se me había ocurrido pensar en ello», asegura. No fue hasta que un día, tras visitar altares similares que han aparecido en la zona de Santo Domingo de Silos, cuando a Bourgon se le fue el ojo y todo encajó dentro de su cabeza. Pues bien, el afloramiento de roca arenisca ubicado en las afueras de Villamartín de Villadiego, que a simple vista podría pasar como un elemento más del paisaje, es un altar del Neolítico. Cuenta con cuatro hendiduras a modo de escalones perfectamente dispuestos para subir hasta lo alto de la roca. Cuando uno alcanza la parte superior puede contemplar al fondo las imponentes crestas de Las Loras.
Es más, el equipo que realiza el informe comprobó durante el solsticio de verano que el sol se ponía justo enfrente desde la posición en la que se oficiaban las ceremonias hace miles de años. Estos altares se empleaban, a la vista de las fuentes históricas, para rituales de carácter mágico o religioso que, a buen seguro, podrían incluir sacrificios de animales u ofrendas de todo tipo de productos.
Cuenta con varias cazoletas o incisiones que se empleaban durante los rituales. - Foto: PatriciaEsta teoría se sostiene en las múltiples cazoletas (incisiones de forma semiesférica) que se distribuyen por toda la roca. Estos elementos, muy típicos en los altares de la época prerrománica, servían para depositar sangre, leche o cualquier otra ofrenda que se utilizaba durante las ceremonias. Entre ellas se conectan mediante canaladuras para que ciertos líquidos que se vertían pudieran fluir de uno a otro. «Este no está profusamente decorado como otros que se han descubierto», indica Bourgon, que destaca las muchas cazoletas o hendiduras que presenta.
En la parte posterior se encuentra una tierra de labranza. No obstante, entre esta y el altar se ve perfectamente una línea tallada de manera artificial sobre la roca de arenisca, por lo que es «probable» según Bourgon que se pudiera extender por debajo de la finca agrícola. «Tiene pinta que al rayar se buscara resaltar la parte frontal del resto del afloramiento de piedra», explica.
El de Villamartín de Villadiego se suma, de este modo, a la aún escasa lista que incluye los descubiertos en la zona de Santo Domingo de Silos. Lo que hace especial a este último objetivo es que es el primero confirmado en el norte de la provincia de Burgos de los dos que se han notificado a la Junta de Castilla y León en los últimos tiempos.
Lugar mágico. Los vecinos más longevos de este municipio recuerdan que, cuando eran jóvenes, la roca era un lugar muy recurrente de juego o de reunión. Es más, en pleno siglo XXI los chavales que veranean por el pueblo que viajan los fines de semana siguen acudiendo hasta aquí para divertirse. Aunque es algo completamente fortuito, no deja de ser curioso que el altar, que lleva 5.000 años en el mismo sitio, esté actualmente enclavado entre la iglesia de San Martín y el cementerio municipal.
Del mismo modo, el hecho de que haya atraído -y lo siga haciendo- a los habitantes del pueblo a modo de lugar de recreo, sean de la década que sea, le imprime un cierto cariz mágico.
Hace ya unos meses se inició un estudio que incluyó un levantamiento topográfico a cargo de profesionales del Instituto de Investigaciones Prehistóricas (IIP) perteneciente a la Universidad de Cantabria para conocer con todo tipo de detalles la ubicación y la roca en cuestión. El responsable del informe es el catedrático de Prehistoria César González Sainz, también de la institución cántabra, que colabora junto a Alfonso Bourgon, descubridor de este elemento del Neolítico.
Cuando concluya su elaboración se entregará a la administración castellano y leonesa para que lo incluya dentro de su catálogo. También se publicará en internet para que todo el mundo, sobre todo los amantes de la arqueología y de la historia, conozcan el hallazgo realizado por el investigador cántabro. El documento se espera que pueda estar listo dentro de unas pocas semanas y en él se arrojarán muchos más secretos.