El diablo vestido de amarillo y rojo volverá este domingo para saltar a los bebés nacidos ese año, durante la celebración de la tradicional Fiesta del Colacho en Castrillo de Murcia. Tras dos años sin poder llevarse a cabo, debido a la pandemia de la COVID-19, Sergio Ortega Miguel, vecino de Castrillo, volverá a enfundarse el tradicional traje del Colacho, para saltar un año más a los más pequeños, y de esa forma purificarlos y alejar el mal de ellos.
Este no es el primer año que Sergio se convierte en Colacho, ya lo hizo en 2019, un año antes de que se desatase la pandemia. "Se salta dos años. El año que eres entrante y el que eres oficial", recuerda. La primera vez que llevó a cabo este salto lo hizo como entrante y al año siguiente, 2020, le tocaba ser el Colacho oficial. Sin embargo, la pandemia lo impidió, por lo que 2022 será el año en que volverá a enfundarse el traje.
"Los que lo conocemos lo hemos vivido desde pequeños. No hace falta que nos preparemos porque lo tenemos en la cabeza", afirma, aunque reconoce que para él poder participar en esta fiesta es un "sentimiento bonito", especialmente tras estos dos años tan duros. "El primer año que no pudimos celebrarlo fue un frenazo en seco, porque nos pilló de sopetón", recuerda. Por todo esto, el volver a recorrer las calles y llevar a cabo esta tradicional práctica, tan arraigada en el pueblo, supone algo muy "especial y emocionante".
Durante su debut en 2019 además tuvo la oportunidad de salta a una de sus hijas, que había nacido ese año. De hecho, con esa experiencia a las espaldas, asegura a los padres de los niños nacidos en los últimos 12 meses que participarán el domingo, que "nunca pasa nada". "Cuando saltaron a mi hija mayor, mi mujer estaba muy nerviosa, pero yo estaba tranquilo porque sabía que no iba a pasar nada", apuntó.
Los bebés son los protagonistas de esta actividad y, tumbados en colchones situados por la plaza del pueblo, esperan, algunos tranquilos u otros llorando, a que el demonio salte por encima suyo para purificarlos y evitar "que padezcan hernias y enfermedades en el futuro". Esta tradición se remonta al siglo XVII y atrae cada año a curiosos de todas partes del mundo, para ver cómo una persona, disfrazada de 'Colacho', en representación del diablo y vestida con atuendos de color amarillo y rojo, salta sobre los menores. Para poder llevar a cabo este acto, el pueblo se llena de colchones donde tumban a los bebés para ser "purificados".
La Cofradía del Santísimo Sacramento, fundada en 1621, es la encargada de celebrar cada domingo del Corpus una serie de actos que comienzan los días previos. Es el momento en el que 'El Atabalero' y 'El Colacho' se echan a las calles de Castrillo en una lucha entre el diablo y Cristo. Los niños del pueblo y muchos vecinos intentan escapar del Colacho, que intenta interrumpir todos los actos que el pueblo organiza esos días para expresar su devoción eucarística. Procurará impedir la celebración de la Misa, imitando sarcásticamente al sacerdote, o se burlará del rito del atabal con ese instrumento burlesco de sonido estridente que son sus enormes tarrañuelas.
El domingo del Corpus las celebraciones comienzan a primera hora, las 8 de la mañana, cuando 'El Colacho' recorre las calles de Castrillo al son del tambor del Atabalero. Pero el momento más esperado tiene lugar por la tarde, cuando da comienzo la procesión y el conocido 'Salto'.