Algunos salen como los Vitorinos, cabeza baja y embistiendo con una bolsa blanca de plástico por bandera. Se echan el jersey al hombro, saltan del autobús y enfilan calle abajo como con prisa por desbravarse, nunca mejor dicho, porque se encaminan hacia la plaza de toros. Hoy toca Briviesca. El mañana está por decidir. ¿De qué depende? Pues de lo que pase esta noche, de cómo vaya la paella mañana, de quién gane el torneo de fútbol, de dónde diga Dani, el bailongo, en su cuenta de Insta. Todas esas cosas que ocupan la agenda vacacional de un joven en el pueblo de los abuelos.
También el ligoteo condiciona los destinos de turismo verbenero y aunque a estas alturas del verano aseguran las chicas de Salas de Bureba que «está ya todo el pescao vendido» se les escapa alguna risita sospechosa cuando tienen que hablar del asunto a los pies del bus que les ha traído hasta Briviesca. «¡Que te lo digan otros!», deja caer una, mientras mira hacia los grupos de chicos que han salido disparados, cada uno hacia un lado de la calle, como si el fotógrafo les fuese a robar el alma.
Pasan pocos minutos de las 11 de la noche cuando el primer autobús para en la marquesina ubicada junto al Parque de Bomberos de la capital burebana. Viene prácticamente lleno, con un grupo de jóvenes muy homogéneo, la mayoría estudiantes universitarios. Todos estrenan este servicio gratuito de la Diputación, el búho nocturno, porque cuando salió el último, en 2019, estaban en esa edad de negociar la hora de vuelta a casa intentando rascar un cuarto de hora, 'porque a mis amigos les dejan más'.
El primero de los dos autobuses de la noche llegó a Briviesca pasadas las 23 horas del viernes. - Foto: Alberto RodrigoLa ruta ha comenzado en Oña a las 22.30 horas y a las paradas previstas inicialmente en Cornudilla y Los Barrios de Bureba se ha incorporado otra en Pino, por petición popular, donde se han subido 9 jóvenes. "Aunque igual volvemos solo 5", bromean, mientras caen en la cuenta de que ninguno se ha quedado con la matrícula del bus. "Yo me he quedado con la cara del chófer, que era muy simpático", le apunta otra. De hecho, es de los que aún aguanta con bendita paciencia que le canten, en este caso eso de 'el chófer es del Athletic, es del Athletic', corean un par de chicos de Pino.
Comparten autobús con otro grupo más numeroso de Los Barrios de Bureba, que anda con prisas porque alguno no ha tenido tiempo de cenar o de prepararse un bocata y quiere conseguir una hamburguesa antes de que le cierren. En los horarios, precisamente, reside la única pega que todos los usuarios le ponen al transporte fletado del Instituto para el Deporte y la Juventud (IDJ). Les gustaría estirar un poco más la fiesta, que con el búho tiene que terminar, sí o sí, a las 6 de la mañana. Y no andar con prisas para salir de casa a coger el bus. "Tendríamos que llegar a Briviesca un poco más tarde, que tenemos la cena en la garganta", afirman las chicas de Salas. "Mi abuela estaba haciendo huevos fritos a las 9 de la noche", describe gráficamente otra. En las bolsas asoma algún papel de aluminio, pero la mayoría cargan 'litros' en botellas de plástico, algunas ya mezcladas, como calimocho, otras de pacharán a palo seco.
Con la recuperación del búho nocturno, el IDJ no solo ha hecho felices a miles de jóvenes -4.180 usuarios tuvo en 2019- sino también a los padres, que se ahorran al menos una noche en vela, bien porque les toca hacer de taxistas, bien porque no pegan ojo hasta que escuchan de nuevo la puerta. "Habitualmente nos traen nuestros aitas en coches y volvemos con taxi Valen, que es el de confianza", explica Ioane, de Los Barrios.
El bus gratuito llega este verano a 20 fiestas: Pancorbo, La Gallega, Criales, Bozoó, Moradillo de Roa, Lodoso, Avellanosa del Páramo, Santibáñez Zarzaguda, Pedrosa de Río Úrbel, Valderrama, Frías, Extramiana, Quintana Martín-Galíndez, Briviesca, Nofuentes, Castresana de Losa, Belorado, Lastras de Teza, Castrobarto y Villasana de Mena, aunque en algunos casos tengan dos, tres y hasta 4 días disponibles. Todo parece poco, pero los usuarios lo agradecen. "Está genial, que lo pongan más veces", pide el grupo de Salas de Bureba. Solo en este pueblo, se han montado 30 personas, que llegan a Briviesca sobre las 23.20 horas y se dispersan con diferentes rumbos.
La mayoría arrancan hacia la plaza de toros, donde a medianoche comienza la suelta de vaquillas, una auténtica fiesta con casi 4.000 personas -pese a que la entrada general cuesta esta noche 3 euros- que gozan de las acrobacias, las menos, y de los revolcones que las becerras propinan a la chavalería. Con premios de 100 euros, incluido uno para torpes, el respetable aplaude los saltos de los dos o tres jóvenes que han venido a competir, abuchea a los animales cuando pide el cambio y corea con ganas el 'Si te ha pillado la vaca'... Se percibe en el coso briviescano el cambio de tendencia de las nuevas generaciones, que prefieren las risas a la sangre, con poco interés por las corridas y novilladas pero fritos por citar a una vaquilla.
Con la plaza a reventar de burebanos, en la verbena de la plaza Santa María queda mucho hueco a la 1 de la mañana y la media de edad pica hacia arriba. Después se anima, aunque a la cuadrilla de Los Barrios le corta un poco el rollo que se marquen una de Malú a las 4 de la mañana, según confiesan en un audio durante el viaje de vuelta.
Mientras avanza la verbena, parte del club de 20 está 'litrando', un verbo que puede que acabe en la RAE cuando se renueven los sillones y que define el acto del botellón. Quizás ni vayan a echar un baile. "El otro día llegamos a dos canciones y se acabó. Solo fuimos a las charangas", cuentan sin estresarse, mientras definen las categorías en las que clasifican su grado de vinculación al pueblo. Está Sara, la única que ha vivido en Salas de Bureba, las de verdad, esas que lo visitan habitualmente y pasan allí en Nochevieja, y las veraneantes, que son mayoría. También tienen una clasificación de fiestas, por supuesto en el número uno las propias. Y después, nada de pueblos grandes. Quintanaopio y Los Barrios de Bureba. "Y Cernégula, Nerea, que dan chocolate", añaden. Allí donde van, buscan al rey de los ránkings y de la pista. Adoran a Dani, el bailongo. "El otro día le estuvimos copiamos unos pasos de baile, es muy gracioso" y les encanta retarle en Instagram. Todo apunta a que también están intentando utilizar al Diario para que en su próxima clasificación de fiestas Salas de Bureba suba al podio. Si le sirve de pista a Daniel, en la de este periódico ganan por goleada.