La movilización burgalesa que ayer se produjo a Valencia no tiene precedentes en la historia del rugby local. El oval nunca había movido a tanta gente de la ciudad como lo hizo ayer con una nueva final de la Copa del Rey. Cerca de 1.500 aficionados gualdinegros decidieron pasar la jornada en el campo del Levante -el Estadio Ciutat de Valencia-, donde se vivió un magnífico ambiente desde las horas previas al esperado duelo entre los de nuevo finalistas Recoletas Burgos Caja Rural y VRACQuesos Entrepinares. Un derbi regional que, a día de hoy, sigue siendo el mejor partido que se puede presenciar en el país. Y no decepcionó.

El color amarillo tiñó el barrio de Benimaclet antes, durante y después de un partido al que también respondieron los aficionados del VRAC, aunque una vez más los desplazados desde Burgos fueron mayoría.

En bus, coche o tren se transportaron los gualdinegros, que madrugaron mucho para devorar los cientos de kilómetros que separan San Amaro del Ciutat de Valencia. Y con gusto. El día respondió con una temperatura veraniega y además de bufandas y banderas, las gafas de sol, los sombreros y las gorras fueron prácticamente obligatorias en una previa magníficamente organizada que unió a ambas aficiones antes de la hora de la verdad. Y cuando esta llegó, la final de la anterior edición quedó en entredicho, pues las gradas presentaron una imagen envidiable tan contraria a la pasada edición que costaría creer que se trata de la misma competición. La final de Sevilla quedó en nada comparada con la ayer vivido... Y no solo por el desenlace.

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