Atrás quedaron aquellos días de infarto en los que los servicios económicos del Ayuntamiento de Burgos daban instrucciones a todas las áreas municipales para rebuscar, a contrarreloj y sin descanso, todas las facturas pendientes de pago para incluirlas en el famoso 'Plan Montoro'. La resaca de los tiempos de vacas gordas, de gasto disparado y en los que era habitual acudir al endeudamiento para ejecutar inversiones, afloraba en 2012 con impagos millonarios a los proveedores, con la obligada renuncia al pabellón Burgos Arena (se haría luego el Coliseum) y con una deuda que superaba entre finales de 2011 y principios de 2012 los 500 millones de euros.
La Ley de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera de 2012, tiempo después criticada por las entidades locales, vino a poner orden y es la causante de que la deuda del Ayuntamiento haya descendido en picado hasta los 204,6 millones de euros. Aunque pueda existir la tentación de minimizarla, conviene no olvidar que venía de muy alto y que el problema de los consorcios no solo persiste sino que acompañará a la política municipal durante un tiempo a día de hoy impredecible.
Los años 2016 y 2018 fueron también muy relevantes, ya que en esos ejercicios el Ministerio de Hacienda decidió clasificar a los consorcios de Villalonquéjar dentro del sector de las Administraciones Públicas y con ello sus deudas empezaron a computar como propias del Ayuntamiento. A efectos prácticos, esa nueva realidad se tradujo en la imposibilidad de pedir nuevos créditos al tiempo que se reducía la deuda.
Los resultados se ven seis años después. El Ayuntamiento ha reducido desde 2018 su deuda en 82,6 millones de euros. Para ser exactos, de 287,3 a 204,6 millones. Esto se traduce en que la deuda por habitante ha bajado de 1.633 euros a 1.173.
No es posible repartir méritos. Las dos anteriores Corporaciones redujeron los niveles de deuda lo que les exigió la Ley. Ni un euro menos. De hecho, el Gobierno suspendió las reglas fiscales con la irrupción de la pandemia y liberó al Ayuntamiento de Burgos de destinar una parte de su superávit a la reducción de deuda y no se tomó ninguna iniciativa en este sentido. Es más, en los últimos ejercicios se han acumulado decenas de millones de euros de remanentes de tesorería y no se ha planteado esta opción. Y si se ha sopesado en algún momento, finalmente no se ha puesto en práctica.
La situación ha vuelto a dar un giro importante en el último año. En primer lugar, por la sorpresa que se ha llevado la nueva Corporación al conocer de qué manera se habían disparado los intereses de la mal llamada deuda sostenible de los consorcios (la que en teoría se iba a saldar con la venta de suelo).
El segundo gran cambio viene tras conocerse que el Informe de Estabilidad Presupuestaria, Regla de Gasto y Deuda Pública de la liquidación del ejercicio 2023, elaborado por la Intervención General, confirma que el Ayuntamiento de Burgos «tendrá que reducir durante el ejercicio 2024 su endeudamiento neto en al menos 30 millones de euros, que se financiarán con cargo al remanente de tesorería».
Esto significa que la deuda del Ayuntamiento podría caer a final de año hasta los 170 o 175 millones de euros (teniendo en cuenta los pagos de las letras que vencen y los que se realizarían con los remanentes de tesorería). Incluso podría caer más si se decide anticipar la amortización de deuda de los consorcios con el dinero que hay en los fondos de reserva. Es decir, podría situarse por debajo de los 150 millones, una situación impensable hace no demasiado tiempo.
Avances. Dicho de otra manera, el Ayuntamiento de Burgos podría amortizar en un solo año casi la misma deuda que en toda la pasada legislatura. Su situación financiera, ya más saneada, le permitiría incluso solicitar nuevos préstamos. Y aunque no significa que se vaya a hacer, sí da cuenta de que las arcas municipales atraviesan por un momento muy distinto al de hace apenas seis y años.
La realidad, en cualquier caso, apunta a que el consorcio de la Variante Ferroviaria no ha sido precisamente un buen negocio en términos económicos para el Ayuntamiento. Queda, eso sí, que las vías del ferrocarril han dejado de existir junto a las viviendas y han dejado de dividir la ciudad.
La contrapartida para el Gobierno de coalición del PP y Vox en una amortización tan elevada de la deuda será que dispondrá de menos recursos económicos para invertir a través de las modificaciones presupuestarias. Eso sí, no es menos cierto que la capacidad para ejecutar inversión haya crecido al contar con más dinero.