En 2015 un total de 262.515 peregrinos llegaron a Santiago de Compostela después de realizar el camino histórico más reconocido de todo el país. La mayoría, el 65% eligieron el más popular, el Camino Francés, según los datos de la Oficina de Acogida del Peregrino. El resto se repartieron entre el Camino del Norte, el Primitivo, el catalán, el del Eje del Ebro, el manchego o el aragonés, pero en las estadísticas oficiales no aparece el Camino de la Montaña o Camino Viejo, el que entró en el norte de la comarca de Las Merindades desde Guipúzcoa y Vizcaya para llegar al norte de Palencia y entroncar con el francés en Villafranca del Bierzo. Esta mañana, a las doce y media, la sala de usos múltiples del polideportivo de Pedrosa de Valdeporres acoge la presentación de la Asociación de Amigos del Camino Viejo de Santiago del Norte de Burgos-Ruta de la Montaña, creada por un nutrido grupo de personas de toda la comarca con ganas de «relanzar los caminos jacobeos por el norte de Burgos y dar apoyo y cobertura a los peregrinos que los transiten».
En la iconografía del románico de la comarca quedan vestigios jacobeos que dan fe de la conexión que en el pasado hubo entre los peregrinos y estas tierras. Quienes están detrás de este proyecto afirman que «en los dos primeros siglos, desde la aparición de las reliquias de Santiago Apóstol (Años 820-830) en adelante, fue la ruta principal de peregrinación». Eran años «convulsos donde la documentación era menor o el paso del tiempo la ha ido destruyendo», explican, pero parece claro que «los reyes desviaron el camino de los peregrinos más hacia el sur, ya que antes iba por Álava y Asturias por miedo a los musulmanes», como reza el texto de la Historia Silense del año 1100.
Documentos, como éste fundamentan la hipótesis de algunos investigadores que proponen el Viejo Camino anterior al Codex Calixtinus del año 1130. Por sus tierras, los caminantes viajaban entre valles con eremitorios rupestres, templos románicos y, sobre todo, con seguridad. Peregrinos que partían desde la península después de los Pirineos o que desembarcaban en los puertos del Cantábrico tomaban esta ruta que el tiempo ha ido dejando en el olvido y que ahora se pretende revitalizar con fuerza desde el territorio.
Hace más de 20 años, Adolfo de Miguel, de la Asociación de Amigos de Santiago de Vizcaya, comenzó a trabajar por su recuperación e incluso su colectivo la ha señalizado a su paso por el norte de Las Merindades, donde entra por la antigua calzada romana Flaviobriga-Pissoraca que surca el Valle de Mena en dirección a la Merindad de Montija, Espinosa de los Monteros, la Merindad de Sotoscueva, la Merindad de Valdeporres, el Valle de Valdebezana y Arija para salir hacia Olea y Aguilar de Campoo.
En su web elcaminoolvidado.com, la asociación vizcaína ofrece todo tipo de detalles sobre la ruta marcada. Pero ahora el proyecto pasa por involucrar a personas de la comarca en su conservación, en su promoción y en la asistencia a posibles peregrinos, la tradicional función de las asociaciones de amigos del camino. En el colectivo, que acaba de nacer, se ha creado un grupo de trabajo dedicado a la investigación de todos los caminos históricos vinculados con las rutas jacobeas, y también habrá grupos para mejorar, si cabe, la señalización o limpiar sendas y veredas.
«Es una cosa bonita en la que esperamos que se impliquen personas con ganas de trabajar y aportar ideas y conocimientos, que es de lo que se trata». Así resume Jesús González Robador, el presidente de la recién creada asociación el sentir que mueve este proyecto. Contar con grupos de apoyo en todos los pueblos es otro de los objetivos que se tratará de lograr presentando esta iniciativa en ellos. Pero además, el equipo de Burgos trabajará unido a sus homólogos en Vizcaya, Cantabria, Palencia y León, que también desean resucitar esta ruta. El Camino Viejo quiere regresar a la memoria.