La sintonía se escuchaba en los hogares como la llamada magnética del chamán de la tribu; sonaba como un reclamo poderoso, como un eco antiguo, pero quizás menos que la voz que, cuando se extinguía la música, se elevaba por encima de todas las cosas. Era un voz que hechizaba, hipnótica y vibrante. Era la voz inconfundible de Félix Rodríguez de la Fuente la que detenía el pulso cotidiano de las casas, porque cada vez que empezaba el programa televisivo El hombre y la Tierra, no había nada más importante, nada más trascendente, y ese día, incluso, no había tanta prisa en acostar a la chiquillería, tan seducida o más que los adultos por el influjo que ejercía el burgalés más universal. El hombre y la Tierra acaba de cumplir cincuenta años. Fue un programa pionero, revolucionario y absolutamente audaz. Tanto, que hoy tiene una vigencia absoluta. Es deslumbrante.
Odile Rodríguez de la Fuente, hija pequeña del universal naturalista pozano y depositaria de su legado, tiene claro que aquel programa supuso un antes y un después no sólo para la televisión, sino para la conciencia de la sociedad. «Fue un punto de inflexión; ha sido reconocida por la Academia de las Ciencias y las Artes como la mejor producción de la historia de la televisión en España. Estamos hablando de los años 70, cuando sólo un poco antes era en blanco y negro. El hombre y la Tierra se emitió a color, rodada en 35 milímetros, con imágenes inéditas de la naturaleza. Nunca antes, en el mundo, se había rodado nada igual. Fue un programa pionero a nivel mundial.
En aquella época, subraya Odile, sólo la BBC producía documentales de naturaleza, «y ya entonces se fijaba en lo que mi padre estaba haciendo aquí, porque estaba abriendo brecha. Fue un privilegio para nuestro país, y coincidió con un momento clave: en pleno desarrollismo y con la gran emigración de los pueblos a las ciudades, El hombre y la Tierra facilitó que se mantuviera el nexo con la naturaleza y permitió ver algunos de sus secretos mejor guardados, que incluso eran desconocidos para la ciencia. Tuvo el éxito que tuvo, y cambió la conciencia de todo un país. Sigue siendo una de las producciones más vendidas de la historia de la televisión española. Tuvo un efecto impresionante, siendo el programa líder de audiencia durante sucesivas emisiones, incluso por delante de programas deportivos. Y lo fue aquí, pero también en Venezuela o en Canadá».
Icónica escena de la presentación de 'El hombre y la tierra'.Félix Rodríguez de la Fuente vivió aquella experiencia «con enorme responsabilidad, porque siempre supo que era una oportunidad única para llegar a tanta gente y cambiar conciencias; y también con frustración, porque cuando hablaba con coetáneos como el biólogo y divulgador marino Cousteau se enteraba de que, con el presupuesto con el que el francés hacía un solo programa, él grababa veinticinco». Durante los siete años que duró El hombre y la Tierra, que se truncó con la trágica muerte del burgalés en tierras de Alaska, Rodríguez de la Fuente rodó más de un centenar de programas y tuvo propuestas de televisiones del extranjero -americanas, japonesas y europeas- «para que, con presupuestos muchísimo más altos, hiciese documentales a otro ritmo y en otras condiciones»
«Entró en todas las casas». «Félix entró en los salones y en las casas de toda España. Y tuvo un efecto y una influencia enormes», subraya la hija del biólogo y divulgador de Poza de la Sal. Las consecuencias están ahí: gracias al impacto que tuvo el programa, consiguió la protección de espacios naturales, desde Doñana a Cabrera pasando por las Tablas de Daimiel, y de especies: el lobo, las aves de presa... «España fue pionera a nivel europea en la legislación para la protección de esa fauna». Félix, insiste su hija pequeña, consiguió genera «una nueva conciencia. Tenía fe plena en el ser humano, y consideraba que teníamos que salir de esa etapa en la que se estaba dando la espalda a la naturaleza, que se estaba explotando y manipulando para un beneficio inmediato. Pensaba que podíamos llegar a una nueva conciencia de mucha más sensibilidad, donde nos reintegráramos en la biosfera como una especie más que pone la conciencia al servicio de la vida. Él lo que hizo fue sembrar conciencias para que llegara ese cambio.Y, efectivamente, lo logró: cincuenta años más tarde de la emisión del primer documental de El hombre y la Tierra ha habido un gran cambio de conciencia, y todavía continúa: hay muchos 'niños' de Félix que hoy día son profesores, comunicadores, científicos que siguen manteniendo su memoria y su legado trabajando para ese cambio», concluye.