Amelia García Escoda inunda Madrid con el océano de la vida

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
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La pintora afincada en Olmos de Atapuerca da otro paso más en su fulgurante trayectoria con la exposición 'Orígenes' que acoge la Galería de Arte David Bardía de la capital

La artista posa ante uno de sus más espectaculares cuadros. - Foto: DB

Lo primero fue el agua, el mar. El inmenso océano. Lo tiene interiorizado la artista desde su infancia, bañada por el azulísimo Mediterráneo; lo sabe cada día desde el que es su lugar en el mundo desde hace muchos años, Olmos de Atapuerca, en el cobijo de esta Sierra que es una de las cunas de la Humanidad, pero que antes fue un fondo marino abisal, poblado de cuevas y recovecos. Con el mar, su misterio insondable y la radical y casi dañina belleza de sus profundidades ha inundado la pintora Amelia García Escoda el corazón de Madrid. Lo hace, durante todo este mes de mayo, en la prestigiosa Galería de Arte David Bardía, ubicada en pleno Barrio de Salamanca de la capital. Un espacio espléndido para acoger la colección de obras que la artista afincada en Burgos ha titulado acertadamente 'Orígenes': en cada uno de los lienzos sublimados por esos azules que arrebatan el corazón y la mirada está el principio de todo, de la existencia. Está la vida, el agua. Y el alma. Porque la pintora no sólo retrata con excepcional maestría y extraordinaria belleza la esencia marina: sus obras son, también, la expresión de su espíritu, de cuanto anida en el interior de esta creadora tan audaz como deslumbrante, propietaria de un don especial, de una sensibilidad única.

Es puro talento Amelia García Escoda, que se ha ganado con todo merecimiento el apelativo de 'La pintora del mar'. No sólo por la gama de azules de su paleta, que se antoja infinita; es la luz que se filtra en las aguas de su pintura la que obra el milagro, la maravilla de sentir frente a cualquiera de sus cuadros la humedad salina, el rumor amortiguado de esa profundidad de arena y corales, el movimiento lento, pero constante del agua, la ondulación de sus corrientes, bien en calma o presas de una tempestad, como sucede con el alma. Amelia García Escoda expresa sus emociones imbricándose en lo más hondo de esa eternidad que es el mar; es el suyo un ejercicio de introspección, porque como siempre ha dicho, para ella la pintura es un sueño. Su sueño. Y a través de sus creaciones trata de alcanzar el fondo de su alma.

«Mis océanos son paisajes interiores», confiesa la artista. Pero entre la veintena de obras que componen 'Orígenes' hay varias que son una referencia concreta a Atapuerca, de cuyo telúrico magnetismo no puede desprenderse la artista, sabedora de que todo el entorno que es su hogar estuvo cubierto por el océano, que horadó cavidades en las que, muchos millones de años después, habitarían otras criaturas, cuyos fósiles han llegado hasta nuestros días para que los científicos puedan explicarnos de dónde venimos. Tan es así, que José María Bermúdez de Castro, uno de los codirectores de los universales yacimientos burgaleses y miembro de la RAE, realizó durante la inauguración de la exposición -celebrada la pasada semana- una interpretación de esas obras de García Escoda evocando cómo era la sierra burgalesa hace millones de años. El paleoantropólogo explicó que «el agua fue modelando las cavidades de Atapuerca, dándoles una forma muy peculiar»; un diseño que, subrayó, permitiría -otros tantos millones de años después- explorarlas una vez descendido el nivel freático de las aguas, hacer labores de espeleología y, naturalmente, realizar algunos de los hallazgos más importantes de la historia de la evolución humana.

Amelia, radiante y entusiasmada por esta nueva exposición en Madrid -que supone otro aldabonazo en la que es una carrera artística meteórica- explica que conocer algunos de estos lugares sagrados fueron para ella como una revelación, una epifanía. «Vivo en la Sierra de Atapuerca; la respiro todos los días. Cuando estamos dentro del vientre de nuestra madre hay agua, sal; podemos percibir la luz y la materia. Y no hay nada más. En esa formación de la vida, esos mares que represento sin haber buceado nunca remiten a ese origen; donde surge la vitalidad y el plano de existencia de este planeta. Esa es mi visión artística. Por eso en mis obras no hay un exceso de información». Esto, señala la artista, explica buena parte de la muestra 'Orígenes'. «Para mí ha sido un privilegio crear obras habiendo estado en ese vientre que son las cuevas de Atapuerca. Hemos heredado la naturaleza, debemos cuidarla y amarla. Respetarla. Todos estos sentimientos han estado presentes en la elaboración de este proyecto artístico», confiesa García Escoda.

Es la obra de la pintora afincada en Olmos de Atapuerca una declaración de amor a ese germen de todo lo que conocemos hoy, de este mundo que por desgracia ha vuelto la espalda y agrede con demasiada frecuencia a la pureza de su origen, a la esencia de este planeta y de quienes lo habitamos. Late en cada cuadro esa pasión seminal y un profundo respeto por esa naturaleza virginal, por ese océano inabarcable. Se podría decir, contemplando la obra de Amelia García Escoda, que esas profundidades insondables y enigmáticas, ese inabarcable universo intensamente azul, existió hace millones de años, y sigue haciéndolo ahora, sólo para que lo pinte ella con toda la luz y toda la belleza de la que es capaz su alma de artista sensible, brillante, espiritual y única.

*'Orígenes'. Amelia García Escoda. Galería de Arte David Bardía.Calle Villanueva, 40. Madrid. Hasta el 31 de mayo.