Toque de atención de Cristina Ayala al taxi

J.M. / Burgos
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La alcaldesa de Burgos protagoniza un monumental enfado en la estación de tren por la falta de vehículos. Bajó a dos mujeres en su propio coche

Parada de taxis junto a la estación de tren Rosa Manzano. - Foto: Alberto Rodrigo

No se sabe ya muy bien si la borrasca que atravesaba el pasado viernes la península era la bautizada como Ciarán o Domingos, pero lo cierto es que esa noche en la capital burgalesa hacía mucho frío. Algo saben de ello los viajeros que el pasado viernes, a eso de las 21.30 horas, llegaron a Burgos en el AVE procedente de Madrid y fueron testigos de una escena que seguramente recordarán por mucho tiempo.

Los más puestos en la vida política de la ciudad pronto reconocieron a la alcaldesa de Burgos, Cristina Ayala, que había acudido a la estación Rosa Manzano a recoger a un familiar. Lo que no podían imaginar es el enfado que iba a protagonizar la regidora al comprobar que una decena de personas guardaba cola a la espera de un taxi sin que hubiera vehículos a la vista.

Testigos presenciales relatan cómo la alcaldesa se ofreció a acercar hasta el centro a dos personas en su vehículo particular. Invitación a la que accedieron dos mujeres. Pero Ayala no estaba dispuesta a dejar así las cosas y, tras filmar con su teléfono la desangelada parada, se dirigió a un taxista que acababa de llegar a la estación. Tocó con insistencia uno de los cristales del vehículo para que el conductor bajara la ventanilla y se despachó a gusto con una reprimenda que no olvidará ni el profesional ni las tres atónitas pasajeras que habían decidido compartir taxi ante la falta de expectativas para que las pudieran recoger pronto.

La alcaldesa expresó, con vehemencia, su hartazgo por la falta de taxis en la estación de tren, y preguntó irónicamente al taxista si conocían la temperatura que esa noche hacía en la ciudad. Quería así poner en evidencia que no había derecho a tener a la gente esperando de esa manera.

Quiso Ayala dejar constancia ante el taxista de su condición de alcaldesa y el conductor, que al parecer no la había reconocido inicialmente, se apresuró tan pronto como salió del paso de la regañina  a llamar a la central para pedir que se acercaran hasta la estación todos los taxis que pudieran ya que estaba allí la alcaldesa con un enfado monumental. Al otro lado de la emisora la sorpresa también fue mayúscula.

El asunto no se ha quedado ahí ya que ayer la alcaldesa sacó a relucir el tema en la reunión semanal con su equipo de Gobierno, a la que acudió el concejal de Movilidad.