La vuelta en enero del magnate Donald Trump a la Casa Blanca y su promesa de acabar de forma inmediata con el conflicto que sacude Europa del Este desde hace más de dos años y medio ha llevado en las últimas semanas a una aceleración de los movimientos diplomáticos y militares de Ucrania y Rusia, pero también de sus aliados.
El futuro presidente de Estados Unidos aseguró durante la campaña electoral que pondrá fin a la guerra en tan solo 24 horas una vez asuma el cargo, una promesa que repitió apenas minutos después de saberse vencedor de los comicios de principios de mes, aunque no ha proporcionado detalles de cómo planea lograrlo. Kiev teme que su solución pase por aceptar la anexión a Moscú de los territorios ocupados, algo que el presidente de la nación invadida, Volodimir Zelenski, rechaza categóricamente.
Según avanzaron medios norteamericanos, Trump conversó con el jefe del Kremlin, Vladimir Putin, tras su victoria en las urnas, y hay muchas dudas respecto a cómo afrontará el republicano la contienda cuando llegue a la Casa Blanca.
Preocupado ante una eventual negociación con Rusia, el mandatario saliente de EEUU, Joe Biden, ha fortalecido aún más su apoyo a Kiev con el envío de más armamento y, sobre todo, la autorización para usar los misiles ATACMS, algo que Zelenski llevaba meses reclamando y a lo que Washington se había resistido por temor a una escalada en el conflicto.
A esta decisión se sumó poco después el Reino Unido con el permiso para emplear sus sistemas Storm Shadow contra territorio ruso, además de que varios países se han apresurado a anunciar estos días el envío de más material a Ucrania, en medio de la incertidumbre que supone la vuelta de Trump, quien ha puesto en cuestión alguna vez la asistencia suministrada.
El magnate se reunió el pasado fin de semana en Florida con el secretario general de la Alianza Atlántica, Mark Rutte, para abordar los desafíos en materia de seguridad que implica el conflicto, así como las últimas amenazas de Putin contra Occidente por las decisiones de estos días. Precisamente la OTAN ha fijado para mañana una reunión de urgencia con Kiev para estudiar la nueva escalada de la contienda.
Por su parte, el Kremlin ha forjado una férrea alianza con el régimen de Kim Jong-un, que se ha convertido en su principal socio en la guerra tras el envío de unos 11.000 soldados norcoreanos -según Seúl- a suelo ruso para reforzar la respuesta a la incursión ucraniana iniciada en Kursk.
El Gobierno de Zelenski cree que el Kremlin quiere expulsar a su Ejército de dicha región antes del 20 de enero, día de la investidura de Trump como presidente, y que pretende ocupar para esa fecha también todo Donetsk, donde el avance del enemigo es constante.
Putin «quiere demostrar que ha cumplido, como dijo, la tarea de ocupar todo el Donbás, y necesita expulsarnos del frente de Kursk. Tiene estas dos tareas», afirmó ayer el dirigente ucraniano. «Estoy seguro de que quiere expulsarnos antes del 20 de enero. Es muy importante para él demostrar que controla la situación», agregó.
Su Ejército ha perdido desde el pasado mes de agosto territorio que había logrado ocupar en esa región, donde Moscú concentra unos 50.000 soldados, incluidos los norcoreanos, para tratar de expulsar a su enemigo. Pese a todo, Zelenski está determinado a seguir defendiendo sus posiciones en Kursk, pues mantenerlas le confiere una cierta ventaja en una eventual negociación con Putin que, a día de hoy, se antoja poco probable.
Y es que el Kremlin ha elevado aún más el tono estos últimos días no solo contra Kiev, sino también contra sus aliados. En este sentido, el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, justificó el lanzamiento de la semana pasada de un misil balístico hipersónico contra Ucrania porque Occidente «está dispuesto a todo» para asestarle una derrota estratégica. En este punto, aseguró que confía en que las potencias atiendan sus avisos, como el claro mensaje que Putin envió en septiembre cuando dijo que el permiso a Zelenski para usar misiles de largo alcance significará que EEUU y la OTAN «están en guerra con Rusia».