La descarga y el tamaño del granizo fue de tal intensidad que devastó tejados y cristales de viviendas, canalones y hasta marcos de madera, además de las cubiertas de uralita de muchas naves agrícolas y ganaderas, así como en vehículos estacionados en las calles de los pueblos afectados, más que cualquier fin de semana al coincidir con tres días festivos.
En cuanto a los siniestros en naves y almacenes, ayer los afectados seguían afanados en limpiar para valorar los daños, como en el caso de Marisol Rodrigo de Melgar, que continuaba sacando del almacén el cereal y los abonos que comercializa con su empresa, para ver cómo les afectó el agua que se metió en las instalaciones al romperse las bajantes.
Por lo que respecta a los vehículos, muchos de sus propietarios ya se ponían en contacto ayer con sus compañías aseguradoras o los llevaban directamente a los talleres más cercanos para cambiar lunas y faros y subsanar los desperfectos en la carrocería. Así, no les faltó trabajo en todo el día en el taller Servimec, de Villaquirán de los Infantes. Hasta media docena de propietarios de coches del mismo pueblo y de Los Balbases se acercaron para cambiar espejos rotos, explicaba Rubén Bernabé. Y hasta el taller se desplazaron por la tarde los técnicos de Ralarsa, especialistas en el cambio de lunas, con los que trabaja Bernabé, para ejecutar ese trabajo cubierto por el seguro.
En el caso de los destrozos en la carrocería y chapa, les desvían a otro taller, ya que Servimec no hace esas reparaciones. Él mismo Rubén reconocía que el coche de su mujer sufrió daños y le iba a llevar a Carrocería Chapanín, un taller ubicado en el Alto de la Varga, en Burgos, donde también había llamado algún afectado más.
Celia, del taller Daycel de Santa María del Campo, aseguraba ayer por la mañana que no daba abasto a coger llamadas y dar citas para arreglos ya para la próxima semana, y eso que tenía hasta cuatro teléfonos para atender a los clientes. Celia explicaba que los mayores daños afectan a cristales de retrovisores, pilotos y lunas que son los que reparan. En el caso de la carrocería, lo manda a peritar a otro taller en Olmillos de Muñó, dice, poniendo de ejemplo el caso de su propio vehículo. De cualquier modo, explica que lo más habitual es que no se desplace a Santa María el perito, sino que ellos hacen vídeo-peritajes; a través de una aplicación de móvil se conectan con los peritos de las compañías aseguradoras y van mostrando a estos las zonas afectadas para que luego se hagan cargo del coste.
Los particulares con daños en cristales de puertas y ventanas así como persianas y tejados, también comenzaron ayer a dar parte de sus seguros para proceder a su reparación. Uno de los afectados ha sido Dositeo Martín en sus instalaciones de Santa María del Campo. Añadía que no había visto nada igual, y ayer mismo ya estaban levantando una claraboya y las tejas de la casa de su hijo, y lo mismo tendrán que hacer con la uralita de dos viejas naves de unos mil metros de cubierta, que han quedado acribilladas, explica; ambas instalaciones no estaban aseguradas y calcula que entre retirarlas, ponerlas nuevas y reciclar la uralita, se gastará unos 70.000 euros.
Afortunadamente, reconoce, la tormenta de granizo no afectó a las otras naves, más nuevas. En este caso sí están aseguradas, aclara.