Aunque todos los días los ciudadanos se tropiezan con ellos, seguramente solo los grandes observadores se habrán dado cuenta de que de un tiempo a esta parte los autobuses urbanos de la ciudad no lucen ninguna publicidad. Y si la tienen, lo que llevan son mensajes de carácter institucional del estilo a: Este autobús te lleva donde quieras ir o Utiliza el transporte público. No es que esté mal que el Ayuntamiento divulgue mensajes en defensa de una movilidad más sostenible, pero ello no entra en contradicción (nunca lo ha hecho) con obtener unos ingresos interesantes para unos de los servicios más deficitarios de cuantos presta el Consistorio capitalino.
Se desconoce cuál es la razón por la que el Ayuntamiento no ha sacado a concurso el contrato de publicidad de los autobuses urbanos desde junio de 2022. Una fecha, por otra parte, que este periódico ha tenido que confirmar con la última empresa adjudicataria, ya que el concejal de Movilidad, José Antonio López, aseguró la semana pasada que la desconocía y los intentos por volver a contactar con el edil tampoco han dado resultado.
Para hacerse una idea de lo que el Ayuntamiento podría estar ingresando con este contrato, la referencia más fiable puede ser el anterior. El Consistorio ha estado percibiendo los ejercicios en los que ha estado vigente alrededor de 125.000 euros al año (exceptuando algunos descuentos en el canon por la pérdida de publicidad durante la pandemia).
Dicho de otra manera, en los cerca de dos años que no existe este contrato, el Ayuntamiento ha dejado de ingresar unos 200.000 euros. El equivalente, por poner un ejemplo, a unos cinco años de alquiler de la cafetería ubicada junto al Teatro Principal (antes llamada Polisón y ahora rebautizada como Riviera).
La publicidad de los autobuses urbanos es un recurso económico al que no renuncia ninguna o casi ninguna ciudad. Así, el Ayuntamiento de Valladolid, por ejemplo, ingresa casi 200.000 euros al año (es la cifra que consta en la memoria de Auvasa) y en Santander obtienen unos 230.000 más IVA.
Gracias a un contrato de cuatro años, el Ayuntamiento de Burgos podría aspirar a ingresar unos 500.000 euros. Un dinero que podría servir para ayudar a financiar algunas necesidades ya apuntadas el mandato pasado como sistemas de pago junto a la puerta trasera (por donde acceden a los autocares las personas con sillas de ruedas o con un cochecito de bebé) o para permitir el abono del viaje con tarjeta de crédito (muy útil para quienes no tienen dinero en efectivo y han olvidado o no tienen el bonobur). Servicios, sirva la referencia anterior, que tienen ciudades como Santander y otras muchas.
Lo cierto es que en este retraso la responsabilidad es compartida entre el anterior equipo de Gobierno y el actual. Los primeros estuvieron un año prácticamente sin licitar el nuevo contrato y los segundos, que llevan ya nueve meses al frente del Ayuntamiento, llevan un camino muy similar.
El reloj sigue corriendo y no entra dinero en la caja.