Desde que hace setenta años un maestro le descubriera a Antonio Machado diciendo que iba a hablar en clase de 'un hombre bueno', Alfonso Guerra ha mantenido un vínculo inquebrantable con el poeta sevillano, del que es uno de sus más intensos estudiosos. Ayer en Burgos, en el marco de las conferencias que se llevan a cabo por la exposición Los Machado. Retrato de familia, donde se comparten por primera vez los dos fondos machadianos más importantes, el de la Fundación Unicaja y el de la Fernán González, el exvicepresidente del Gobierno dijo hablar «desde la emoción».

Como hizo hace un año en el salón de estrados de la Diputación, no se salió ni un ápice del guion sobre el poeta. La única alusión la hizo al explicar que su vida está marcada por Antonio Machado, «incluso en la orientación política». El resto de los 45 minutos los dedicó a dar un paseo con el autor de Campos de Castilla del mismo modo que lo hizo él cuando empezó a leerlo: «España vivía unos años oscuros, y en la compleja obra de Antonio fui hallando múltiples sentidos a mis interrogatorios».

Su poesía es de una sencillez esquiva porque exige la participación del lector para leer de frente y de sesgado» 

De su poesía dijo que era de«una sencillez esquiva» porque exige de la participación del lector para «leer de frente y de sesgado» y con «criterio crítico» para apreciar su melancolía, pero también su amor, piedad y humor. «Es importante recuperar una visión más completa de su obra», recalcó, al tiempo que describía que la dialéctica de Antonio se mueve entre la soledad y el deseo de comunicar.

El expolítico y miembro de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras demostró sus dotes como rapsoda interpretando algunos de los versos del poeta mientras desgranaba apuntes de su biografía. Y en ese camino señaló «las tres heridas» que enunciaba Miguel Hernández que en el caso de Antonio Machado están vinculadas al exilio: el destierro de la vida que le lleva a vivir en distintos lugares, el destierro en el amor al morir su mujer a los 3 años de casados y el destierro en la muerte, tras su exilio y fallecimiento en Colliure.

Cuando empecé a leerlo España vivía unos años oscuros. Y en la compleja obra de Antonio fui hallando múltiples sentidos a mis interrogatorios» 

Guerra terminó su intervención aludiendo al poema inédito hallado en 2022 en el archivo de la Fernán González, Las viejas de Castilla (sobre el que versa la ponencia de María Jesús Jabato del jueves que viene), y de otro escrito en un abanico que él cree que también lleva la firma de Antonio. «Confío en que puedan aparecer más», sugirió al final, dejando esa puerta abierta.