Más afición que negocio

D. ORBAIZ / Aranda
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En la Ribera existen 77 cotos distribuidos en unas 150.000 hectáreas, la mayoría pequeños y de los ayuntamientos, que los sacan a concurso por poco dinero y quedan en manos de asociaciones del mismo pueblo

La media veda se abrió el 15 de agosto con un inicio de temporada bastante flojo. - Foto: DB

A pesar de contar con un buen número, en la Ribera del Duero los cotos de caza no suponen un gran motor económico. Muchos resultan un poco pequeños y otros, aunque más grandes, tienen una morfología que complica su aprovechamiento. Los mejores, bastantes de ellos ubicados alrededor de La Horra, quedan en manos de entidades locales que utilizan esta actividad como afición. Los alcaldes de los pueblos confirman que sacan a licitación pública estas zonas vedadas cada varios años por un precio módico que ronda, dependiendo de cada pueblo, los cuatro o cinco mil euros por temporada. 
Villalba de Duero representa un buen ejemplo de un coto relativamente grande, alrededor de 1.300 hectáreas, que no se puede utilizar adecuadamente. «Entre la carretera de La Aguilera, la carretera de Palencia, las casas que se han ido construyendo... El terreno está muy repartido y no es nada cómodo», explica Alberto Rasero, alcalde de la localidad. «Lo sacamos a licitación cada cinco años y la única petición que tiene es la de la asociación de cazadores del pueblo», matiza. 

«Desde luego que para el pueblo no supone un ingreso económico reseñable», sentencia. «Pero ya que está, lo aprovechamos. Y algo ya rascarán los cazadores, que siempre consiguen alguna cosilla menor», sostiene. «Diría que esta es la tónica general de muchos pueblos, aunque hay algunas excepciones», piensa el regidor villalbino. Como alrededor de La Horra y todos los pueblos que portan su apellido: Olmedilo, Nava o Villaescusa, entre otros, que suman 13 cotos, sin contar los de Fuentecén o Haza.

Los más grandes, con 2.206 y 3.411 hectáreas respectivamente, se sitúan en el propio término raudense. Aunque tampoco se queda atrás el de Olmedillo, con algo más de 1.700. Casi 7.000 hectáreas tiene el más grande de la Ribera, el coto federativo de Gumiel de Izán, seguido de uno de Torresandino con 6.424. Caleruega cuenta con otro gran espacio dedicado a la actividad cinegética de casi 4.400 hectáreas. De los Arauzos, gana el de Miel, con 5.724. La capital ribereña cuenta con varios espacios restringidos y el más grande ocupa poco más de 3000 hectáreas.

Muchos cotos tienen el régimen legal de federativos, aunque también los hay privados y regionales. La principal característica de este tipo reside en que el titular o arrendatario del espacio debe ser un club deportivo de cazadores afiliados a alguna de las federaciones deportivas que existen en Castilla y León, como es el caso del de Bahabón de Esgueva. Cuenta con una zona de aprovechamiento cinegético de 2.210 hectáreas.

Lleva constituido desde 1998. «Cada cinco años el ayuntamiento lo saca a concesión y nosotros lo licitamos. No es muy caro, alrededor de los 4.000 euros», especifica Paco Elvira, representante del club deportivo que lo tiene arrendado. «La particularidad del nuestro está en que es un coto muy repartido, tiene zonas húmedas, secas, monte bajo... Y eso hace que sea muy rico», repasa. Hace pocas semanas que han empezado con la media veda de caza menor de perdiz y codorniz, pero allí hay liebre y conejo también.

«Y lo más importante: para cazar en nuestro coto hay que ser del pueblo o descendiente de Bahabón», asegura con tono serio. «O tener un buen amigo...», bromea Elvira. «Lo tenemos muy cuidado y vamos a cazar por diversión», recalca. Y denuncia un grave problema. «Nosotros siempre cumplimos con la norma, pero existen cazadores furtivos que vienen por la noche», confirma. 

«Tenemos un guarda durante el día, pero por la noche vienen personas no autorizadas con armas no permitidas y hacen una escabechina», critica Elvira. Y lleva a cabo una reclamación: «Somos conscientes de que es difícil pillar a los malos, pero las autoridades deberían intentar paliar este problema que nos daña a todos», sentencia.

La superficie destinada a la caza ronda las 150.000 hectáreas en la Ribera, divididas entre 77 cotos, muchos de ellos repartidos entre varios términos municipales. De sobra es conocido que los cazadores, como acostumbran levantarse muy pronto, suelen gustar de una buena comida para reponer fuerzas tras una batida. Sin embargo, restaurantes de la zona aseguran no notar un aumento en las reservas para estos grupos, como en Fuentecén, que cuenta con tres cotos de caza y varias fondas que no ven aumentar sus reservas para estos grupos.

La Asociación de Cazadores Virgen de la O gestiona el coto de Peñaranda de Duero, con 5.918 hectáreas, algunas de las cuales ocupan suelo que pertenece a Langa de Duero. «Un espacio grande, muy repartido y que permite pasar buenas mañanas y conseguir alguna presa interesante», aseguran varios cazadores habituales. 

Apenas unas semanas después de abrirse la media veda, los cotos vuelven a llenarse de aficionados a esta práctica. «Una temporada que no está empezando demasiado bien», definen varios aficionados. Parece que, al menos en la Ribera del Duero, esta práctica supone más una devoción que un negocio para sus ayuntamientos.