Escucha a Maná o a Serrat mientras va colocando adobes y sube y baja del andamio. Otras veces opta por no poner música y entonces, la cabeza es un hervidero de ideas. Félix Yáñez es incansable, lleva 15 años levantando Territorio Artlanza, el pueblo medieval que ya conoce media España y que este peculiar 'arquitecto' dice que ya está terminando de construir, aunque con él nunca se sabe porque cuando afirma que ya no tiene más terreno para expandirse sorprende con algo nuevo, como ahora que se afana en recrear una fachada típica castellana con sus balcones, sus muros de adobe y ladrillo revocado y sus soportales de madera.
Yáñez comenzó con este proyecto levantando sus primeros edificios en una finca de viñedo de su suegro. Eran 5.000 metros y a lo largo de los años ha ido comprando parcela tras parcela hasta hacerse con 30.000 metros cuadrados, que son los que ocupa Territorio Artlanza actualmente. Ahí, en medio de este poblado quedado un pequeño solar del que se desconocía su propietario, que ahora siguiendo varias pistas ha conseguido localizar. Aún no han firmado la compra venta, pero sí le han autorizado a actuar en él, y así se ha vuelto a liar la manta a la cabeza, de tal manera que ha aparcado la obra de lo que él llama la muralla con la que está cerrando el poblado infantil, para meterse de lleno en esta recreación con la que dará por terminado el pueblo conocido como la mayor escultura del mundo. Yáñez, ahora sí, afirma que no hay más suelo disponible porque el límite lo pone el río Arlanza que está detrás y que se podrá contemplar desde esta nueva edificación que estará lista en un par de semanas. Félix trabaja en ella a todas horas, «hay días que me dan aquí las cuatro de la mañana», añade, por eso ha instalado unos focos que le permiten estar hasta esas horas de la madrugada.
Esta nueva 'vivienda' no será solo un escaparate para mostrar los materiales con los que se construía antaño en la comarca; su intención es aprovechar el soportal para instalar algunas mesas y bancos para que en verano los visitantes puedan hacer un alto en el camino y tomarse una cerveza. Lo tiene todo pensado y bien pensado y su propósito es dejar satisfechos a los miles de visitantes que acuden cada año, 50.000 en 2023. Y da lo mismo la época del año; es raro ya el día que no haya algún autobús, como ayer mismo que llegó uno con más de medio centenar de alumnos de un centro de educación de adultos de Valladolid.
Los personajes de tebeos y series hacen las delicias de los visitantes más pequeños. - Foto: Miguel Ángel de la CruzIdeas para «llenar huecos». Una vez que culmine la construcción del poblado, Yáñez retomará la obra de la muralla con la que delimita la zona infantil de Territorio Artlanza, un mundo de fantasía donde conviven los protagonistas de tebeos, series y películas infantiles y cuentos. Tras construir el castillo que dedicó a Alma, su primera nieta, el artista de Quintanilla del Agua se lanzó a hacer un túnel acuático, en el que los niños entran y salen y disfrutan de un 'paisaje' repleto de peces y otros animales marinos, donde los colores llamativos siguen siendo uno de sus atractivos, como en la muralla donde mezcla cerámica y piedra con pinturas en las que refleja las imágenes más conocidas de pueblos del entorno, como Puentedura, Silos, Tordueles o Santa Inés.
Cuando a los demás nos parece que no quedan espacios libres para más obras, Yáñez ya piensa en rellenar «huecos» que él sí ve. En su mente ya tiene pensado otros personajes, como Heidi y su inseparable Pedro, pero también le da vueltas a recrear escenas como un rebaño de ovejas o un autobús en el que los pasajeros sean también personajes infantiles que los niños puedan identificar fácilmente.
Fue en 2008 cuando Yáñez empieza a trabajar en este proyecto, con los primeros soportales. Reconoce que fue una especie de «capricho» que compartía con su padre y hermanos «para disponer de un espacio familiar», en un momento además en el que las ferias empezaban a decaer y con ella la venta de sus figuras de cerámica, arte al que se dedicaba. El poblado fue creciendo y a partir de 2010, Yáñez fue consciente de que podían vivir de ello. Y no se equivocó como lo demuestran las cifras de visitantes que no dejan de crecer.