Un paseo por la tierra del mayor viñedo del mundo

J.M.Beldad
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La Ruta del Vino de La Mancha ofrece un recorrido único donde la historia, la cultura y el enoturismo se entrelazan desde sus icónicos molinos de viento hasta sus bodegas centenarias

 

 

Fiesta del MayoManchego en Pedro Muñoz Fiesta del MayoManchego en Pedro Muñoz - Foto: LT

Situada en el corazón de la meseta central española, la Ruta del Vino de La Mancha es mucho más que una simple travesía por bodegas y viñedos. Representa una inmersión completa en una región que ha hecho del vino, la cultura y el patrimonio su identidad esencial. Ahora mismo cuenta con once municipios: Alcázar de San Juan, Tomelloso, Campo de Criptana, Socuéllamos, El Toboso, Pedro Muñoz, Argamasilla de Alba, Villarrobledo, La Solana, El Provencio y Villarrubia de los Ojos. 
Cristina Sánchez, gerente de la Ruta del Vino de La Mancha, la región «es el mayor viñedo del mundo. Si quieres ver una llanura perfecta, un horizonte inmenso y grandes extensiones de viñedo, tienes que venir a La Mancha». Es precisamente esa inmensidad la que otorga a los viñedos manchegos un carácter único, con cepas que se extienden kilómetros y kilómetros en una meseta situada a 600 metros sobre el nivel del mar, favorecidas por un clima seco y suelos calizos que permiten una maduración uniforme de las uvas. 
Este paisaje infinito, salpicado de bodegas, molinos de viento y casonas típicas manchegas, no solo ofrece una atmósfera tranquila y serena para quienes buscan alejarse del bullicio urbano, sino también un escenario perfecto para disfrutar del enoturismo. Los visitantes pueden deleitarse con catas de vino, paseos entre viñedos, o incluso vivir la vendimia de primera mano. «La tendencia de los jóvenes es buscar experiencias, actividades que hacer dentro de los destinos», explica Sánchez, y por ello, la Ruta del Vino ofrece alternativas como catas en los molinos de viento o festivales como el Airén Fest, que combinan música y vino.
La Mancha es tierra de historia, de lucha y de leyendas inmortalizadas por Cervantes en su obra cumbre, Don Quijote de La Mancha. Los molinos de viento de Campo de Criptana y Alcázar de San Juan son testimonios vivos de ese pasado, y hoy en día, además de ser visitados por turistas, sirven como escenario para degustaciones de vino. Cristina Sánchez subraya la conexión entre el Quijote y el vino: «Nuestros pueblos tienen mucho patrimonio relacionado con Don Quijote, y en la obra ya se hablaba de los muy buenos vinos que tenemos en La Mancha».

Tunel de catas de Virgen de las Viñas de Tomelloso.  Tomás FernándezNo solo el Quijote acompaña a los viajeros en esta ruta. Cada municipio ofrece su propio legado histórico. En El Toboso, por ejemplo, los turistas pueden visitar la Casa de Dulcinea, un espacio cervantino de gran interés. Mientras que en Socuéllamos, el Museo Torre del Vino se alza como un mirador arquitectónico desde donde contemplar el vasto paisaje manchego, repleto de viñedos. Otras paradas culturales incluyen la Casa de Medrano en Argamasilla de Alba, o las celebraciones locales como los Carnavales de Alcázar de San Juan, curiosamente realizados en diciembre.

Torreón del Gran Prior en Alcázar de San Juan.  LT


Diversidad

La Ruta del Vino de La Mancha no solo atrae a los apasionados del vino. Su oferta está pensada para todo tipo de viajeros, desde aquellos que buscan paz y tranquilidad en pequeños pueblos como El Toboso o Pedro Muñoz, hasta quienes prefieren actividades más vibrantes en ciudades medianas como Alcázar de San Juan o Tomelloso, que también forman parte de la ruta. 
Sánchez comenta que «el enoturismo se puso de moda sobre todo después de la pandemia porque la gente buscaba lugares menos saturados, menos masificados». Este auge en el turismo ha llevado a la región a centrarse en la promoción de sus atractivos, incluyendo no solo el vino, sino también su patrimonio natural y cultural. «Cada año hacemos dos viajes de promoción para dar a conocer nuestros recursos», añade Sánchez, destacando la importancia de atraer tanto a blogueros como a periodistas para expandir la notoriedad de la ruta. 
El esfuerzo por preservar el entorno es evidente en las bodegas manchegas, muchas de las cuales han adoptado prácticas ecológicas para la producción de sus vinos. Se evita el uso de fertilizantes sintéticos, herbicidas o pesticidas, en favor de una viticultura que nutra los suelos de manera natural y sostenible. Esto ha permitido que los vinos de La Mancha no solo mantengan una alta calidad, sino que también reflejen el respeto por el medio ambiente.
La variedad de uvas cultivadas es extensa, desde las autóctonas como el airén y el tempranillo, hasta las importadas como el chardonnay y el cabernet sauvignon. Los vinos de la región son conocidos por sus aromas vibrantes y sabores ricos, características que han llevado a La Mancha a convertirse en una de las principales regiones productoras de vino de España.

Bombo con viña en Tomelloso.  LTCristina Sánchez tiene claro el camino a seguir: «Estamos trabajando para atraer a más jóvenes al mundo del vino». Las actividades en la ruta están dirigidas tanto a quienes ya tienen experiencia en el mundo del vino, como también a un público más joven, que busca experiencias distintas. Los festivales de música que combinan viñedos, vino y entretenimiento son una de las estrategias más exitosas para captar esta nueva audiencia. 
Así, la Ruta del Vino de La Mancha se posiciona como un destino enoturístico de referencia, donde el visitante puede disfrutar de la calma de los viñedos, sumergirse en la rica historia de la región y, sobre todo, degustar algunos de los mejores vinos de España. Un viaje donde cada copa de vino está impregnada del paisaje, la historia y el esfuerzo de generaciones que han hecho de La Mancha un referente vitivinícola.

Un festival entre bodegas y viñedos

El AirénFest es un festival cultural y enogastronómico que celebra la rica herencia vitivinícola de la comarca de La Mancha, destacando la uva Airén, una de las variedades autóctonas más cultivadas en la zona. Se ha consolidado como una cita imprescindible para los amantes del vino y de la cultura local, convirtiéndose en un escaparate de la identidad manchega. En el paisaje idílico y añejo de Campo de Criptana, el AirénFest combina catas de vino, visitas a bodegas y actividades culturales que reflejan la tradición vitivinícola de la zona. Durante el festival, los asistentes pueden disfrutar de maridajes entre los mejores vinos Airén y una selección de la gastronomía manchega, con productos típicos como el queso, el aceite de oliva y los guisos tradicionales. El festival también ofrece actuaciones musicales, exposiciones de arte y charlas con expertos enológicos, lo que lo convierte en una experiencia sensorial completa. Además, el AirénFest busca promover el turismo sostenible y la valorización del entorno rural, fomentando el conocimiento de la historia vitivinícola de La Mancha. Cada año atrae a visitantes de toda España, consolidando su reputación como un referente en la promoción de los vinos de la D.O. y de la cultura manchega en general.