Una Carmen inmortal

J. Villahizán (SPC)
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La ópera maestra de Bizet cumple siglo y medio de vida con la misma frescura que la vio nacer en París, gracias a una combinación única de pasión, drama y música inolvidable

La obra cumbre de Georges Bizet se estrenó el 3 de marzo de 1875 en la Opéra Comique de París - Foto: EFE/ Rafael Cañas

Pasión, libertad y muerte. La españolísima ópera Carmen es mucho más que una obra cómica con números musicales, como en su día fue catalogada. Se trataría más de una representación próxima al psicoanálisis, donde los personajes viven unas fuertes pasiones en forma de pulsiones y arrebatos.

Así, la pieza maestra de Georges Bizet, que cumplió el pasado tres de marzo 150 años de su estreno en la Opéra Comique de París, supuso a finales del siglo XIX una especie de ruptura con las convenciones de la época, lo que desencadenó cierto escándalo entre las primeras audiencias que vieron la obra y una mordaz crítica de los comentaristas de entonces.

A pesar de esos desventurados comienzos, Carmen acabó convirtiéndose en un éxito mundial ininterrumpido y en una de las representaciones líricas más clásicas, gracias, precisamente, a una combinación única de pasión, drama y música inolvidable.

 Además, con el paso del tiempo, se transformó en un símbolo del realismo operístico, un movimiento que buscaba reflejar la realidad de las emociones humanas en toda su complejidad en lugar de mostrar ciertos ideales románticos en desuso.

La trama se desarrolla en la ciudad de Sevilla y gira en torno a la figura de Carmen, una gitana libre y seductora que conquista a don José, un soldado recto que termina cayendo en la obsesión y los celos. 

El amor y la pasión del joven por la cautivadora muchacha lo corrompen hasta tal punto que acaba renunciando a sus deberes militares y termina formando parte de una banda de contrabandistas. Poco después, la apasionada mujer cambia su atención amorosa por el torero Escamillo.

Esta lucha de pasiones destructivas arrastran a sus personajes a un final trágico, explorando temas universales como la libertad, el deseo, el destino y la autodestrucción.

Aunque la obra de Bizet, basada en la novela homónima de Prosper Mérimée, se ha mantenido durante un siglo y medio como una de las más populares del repertorio clásico, durante sus primeros 100 años fue conocida universalmente a través de una versión adulterada que sustituyó las partes habladas originales por recitativos, efectuada por Ernest Guiraud con el propósito de abrirle las puertas de los grandes coliseos.

La restauración de la versión estrenada en París en 1875 no tuvo lugar hasta finales del siglo XX y no se ajusta en su totalidad al libreto original, aunque permite retrotraerse a la redacción inicial de esta inmortal obra y disfrutarla con las intenciones originales del autor francés.

Uno de los aspectos más destacados es, sin duda, su música. Bizet creó una partitura que captura la esencia de los personajes y la atmósfera andaluza con una precisión asombrosa. Canciones icónicas como Habanera y la del Toreador son ejemplos de su genialidad melódica y su capacidad para transmitir emociones profundas. Estas piezas no solo se han convertido en parte integral del repertorio, sino también en símbolos culturales reconocidos incluso por quienes no son habituales de la ópera.

Una mujer diabólica

Otro de los puntos fuertes de la pieza lírica es la carga psicológica de los protagonistas, sobre todo de Carmen. 

Se trata de una persona verdaderamente diabólica, salvajemente animal, pasional y heredera de sus prácticas ancestrales.

Carmen encarna la ruptura del orden social, los arrebatos reprimidos por la moral victoriana y el desafió del autor por sellar un pacto con ella.

Al final de la obra, la protagonista es clara y cristalina al afirmar que «nació libre y morirá libre», es decir, sin ninguna atadura a ninguna persona ni objeto, solo a ella misma y a sus deseos e intenciones.

Por todo ello, los libretistas suelen incluir como contrapeso al personaje de Micaela, otro sujeto femenino, que representa el amor tierno y puro, derivado del vínculo materno. 

Mientras, don José, hombre del norte y militar, está en las antípodas de las concepciones vitales y libidinales de Carmen. Por eso, termina como termina, atrapado y sin salida posible de esa relación narcisista.

Hoy, 150 años después de su estreno, Carmen sigue siendo una de las óperas más representadas en el mundo. Su vigencia radica en su capacidad para conectar con el público a través de unos personajes auténticos, su intensidad emocional y su música apasionante. En este aniversario, Carmen reafirma su estatus como un clásico universal que continúa emocionando y sorprendiendo a las nuevas generaciones.

 

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