Más de un centenar de mujeres de las pedanías y barrios de Medina de Pomar se han convertido por primera vez en protagonistas de una exposición fotográfica, abanderada por la Concejalía de Igualdad y Políticas Sociales. Su responsable, Verónica Ortega, ideó este homenaje a la mujer rural medinesa titulado 'Alma rural', pensando en la ilusión que les hubiera hecho a sus abuelas, una de Rosales y otra de Teza de Losa, «y lo orgullosas que se hubieran sentido por participar en un proyecto que reconoce su valía y su trabajo».
Detrás del resultado final, que se podrá ver en el Museo Histórico de Las Merindades desde este sábado hasta el 24 de noviembre, hay más de un año de trabajo y de encuentros, siempre «llenos de cariño» y de «ilusión» por parte de las participantes. «Son solo una pequeña representación, puesto que hay muchas otras mujeres que han dejado su huella, pero no podíamos llegar a todas», describe Ortega, quien destaca el «vínculo mucho más cercano que se ha generado con las pedanías» y, en especial, con sus mujeres.
La edil Verónica Ortega pensó en sus abuelas cuando ideó el proyecto expositivo
La edil, que tuvo a Quique Ugarte detrás de la cámara para captar espacios y lugares de trabajo de las protagonistas, recuerda como le han explicado las necesidades de cada pueblo, muchas veces «con la perspectiva de género, porque sus propuestas eran un parque infantil para los nietos o una mejora en la fuente, diferentes de las de los hombres». Las más mayores se han afanado en mostrar la iglesia, hablar de sus goteras, si venía el caso, y enorgullecerse de las casas más bonitas o de las bellas vistas panorámicas del pueblo.
Con las instantáneas, la muestra trata de recoger oficios, cultura, tradiciones y los valores más arraigados. Por ello, retratan a las mujeres en la reconocida huerta de Villacomparada de Medina o en los campos de Návagos; con sus animales en las explotaciones ganaderas; junto a sus iglesias; en sus centros sociales de reunión; en el lavadero que tanto frecuentaron sus antepasadas; tocando las campanas o jugando a los bolos. No les ha importado salir en zapatillas, como muchas veces sucede en los pueblos, o con el sombrero de trabajar en el campo. Se han divertido posando para la cámara.
Pero la despoblación también ha estado presente en el discurso de algunas de estas mujeres, como Julita Vélez, de 94 años, que con su marido y sus dos hijas fue parte de la última familia autóctona que abandonó Rosales hace ya décadas después de años de soledad. O el de Iraia Okina, que con su pareja y su hija, llegó hace unos 18 años a Recuenco desde la localidad vizcaína de Durango, y hoy día sigue siendo la única familia que reside todo el año en el pueblo.
Detrás de la exposición hay más de un año de trabajo lleno de «cariño» e «ilusión»
La muestra ha tratado de «visibilizar realidades rurales que muchas veces son desconocidas y destacar el desafío que representa vivir en un pueblo, porque es muy bonito, pero también un desafío», como admite la edil de Igualdad. El sábado, a las seis de la tarde, las modelos de esta exposición se encontrarán en la inauguración de la exposición y será un momento de reunión, porque aunque muchas se conocen, pero habrá quienes se vean por primera vez. Ese es otro de los objetivos de la exposición, establecer lazos entre mujeres, en este caso, de los pueblos pequeños.
Se verán en 57 imágenes de 27 pueblos. En otros seis no ha sido posible por falta de población las más de las veces. Junto a las fotografías de mujeres, otras 33 imágenes aéreas, que después se regalarán a cada pueblo para que las luzcan en sus centros sociales, mostrarán los barrios y pedanías.
Tere, Criselda, Ana Belén, Asun y Clemen | Villacomparada
«Las mujeres somos grandes trabajadoras en todos los ámbitos»
En la imagen de Villacomparada de Medina no podía faltar su espléndida huerta, que ha sido el modo de vida de la mayoría de sus familias. Entre plantas de tomates posaron Tere, Criselda, Ana Belén, Asun y Clemen, de izquierda a derecha. Tere, de 72 años, no duda en afirmar que «las mujeres somos grandes trabajadoras en todos los ámbitos» y en la huerta de Villacomparada «hemos sido las que más activamente hemos participado». El amor la trajo de Sobrepeña al barrio medinés hace 48 años y no se arrepiente. Como a todas le gustó mucho la iniciativa del Ayuntamiento.
Iraia Okina | Recuenco
«He llevado mal que aquí se le da más importancia al patriarca»
Para esta repobladora de Recuenco, donde llegó hace casi una década, «es importante visibilizar a la mujer del mundo rural». Si algo ha llevado mal es que en su casa vivió un ambiente de igualdad y «aquí se le da más importancia al patriarca y la mujer se queda ahí, a la sombra». Ella, ilustradora de profesión, y su pareja se fueron de Durango (Vizcaya) en busca de una «vida más autosuficiente» y lo han conseguido con su huerta, gallinas, corderos... Cuando llegaron estaban solos y así continúan. En estos años les ha sobrado, sobre todo, «mucha tranquilidad».
Julita Vélez | Rosales
«Está bien que se acuerden de lo que hemos trabajado»
Julita Vélez posó un domingo, recién peinada y con sus mejores galas, junto a la pila bautismal de la iglesia de Rosales. En ella la bautizaron y en ella bautizó a sus hijas y nietos. La pila románica y cuadrada, de gran valor, habla de un pasado que en Rosales ya no existe. Del pueblo, Julita, de 94 años y de las más longevas de la exposición, recuerda trabajar hasta las 12 de la noche, si hacía falta. «Mucho he trabajado con cabras, ovejas, vacas y de todo», rememora esta mujer, que como el resto aplaude «que se acuerden de lo que hemos trabajado las mujeres en los pueblos». A su hija Gloria la exposición le parece una «iniciativa superbonita».
Ana María Ruiz López | Návagos
«La vida rural era dura para las mujeres de antes»
Sigue sembrando cebollas «para que Julio, su marido, pase un poco el rato y se entretenga». En su vida activa como agricultores cultivaban trigo, cebada, patatas... Ella conducía un tractor y su marido, otro. Ella llevaba el grano después de la cosecha o realizaba diferentes tareas. «La vida rural era dura para las mujeres de antes, no solo para mí, sino para la mayoría», recuerda. El peso de las tareas en el campo y de la casa se traducía en mucho esfuerzo. Cree que la muestra abrirá debate sobre la vida de antes y de ahora en los pueblos, «que ha ido a mejor, a Dios gracias».
Ana Isabel Sainz de Baranda | Santurde
«Que se preocupen de la gente de los pueblos me parece muy bien»
Trabaja en la explotación ganadera familiar desde muy joven, primero con sus padres y ahora con sus hermanos. Con 61 años no lo ve «tan duro como antes», pero comprende la despoblación por falta de servicios. La mala calidad de internet, «que va fatal» es uno de los problemas que más le preocupa en el pueblo y en la granja que necesita de trámites electrónicos. La ausencia de transporte para acercarse a Medina de Pomar es otra de sus reivindicaciones. Pero aplaude esta exposición: «Que se preocupen de la gente de los pueblos y de sus mujeres me parece muy bien».