Cara a cara con la infección

GADEA G. UBIERNA / Burgos
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Tras conseguir ser referencia en la vigilancia de bacterias resistentes, Microbiología del HUBU recibirá en mayo al primer MIR de su historia y está inmerso en una certificación de calidad

El equipo de Microbiología del HUBU lo conforman 1o especialistas, 25 técnicos y 3 auxiliares administrativos y en mayo se sumará un médico MIR. En primera línea aparece la jefa, Gregoria Megías. - Foto: Patricia

«La Microbiología no consiste en que yo meto un tubo en un aparato y me sale un resultado», explica la jefa de esta especialidad en el HUBU, Gregoria Megías, en medio del laboratorio del que depende la salud -y, en ocasiones, la vida- de decenas de miles de personas al año, porque en esta unidad, nuclear para cualquier sistema sanitario, se diagnostican todas las infecciones: tanto las causadas por bacterias y virus, como por hongos y parásitos. Así, lo primero es saber qué patógeno causa la enfermedad y, después, cómo reacciona el cuerpo humano ante ese microorganismo. Solo con la conjunción de estos dos factores se puede indicar cuál es el tratamiento más eficaz, evitar la generación de resistencias a los antibióticos y, a la vez, hacer vigilancia epidemiológica y controlar posibles brotes. De mantener en pie esos cuatro pilares se encargan en el HUBU diez facultativos, 25 técnicos y tres auxiliares administrativos; un equipo que en mayo incorporará a su primer médico residente.

Esta unidad saltó a la fama con la pandemia, pero las famosas pruebas PCR (siglas de la técnica 'Reacción de la Polimerasa en Cadena'), «que parece nueva desde la covid», se empleaban desde hacía décadas para el diagnóstico de las infecciones víricas. Y si en la primera oleada llegaron a procesar 800 muestras diarias de este tipo para detectar positivos en SARS-CoV-2, ahora hacen «entre 40 y 50»; las mismas que se necesitan para confirmar gripes, porque sendas patologías se verifican a la vez.

La covid ya es algo anecdótico en un laboratorio que cada día de enero procesó 522 muestras, lo cual supuso la realización de 1.232 técnicas diferentes; es un incremento del 30% y del 18%, respectivamente, en comparación con el mismo mes del 2024. El balance de todo el año pasado fue de 122.315 muestras y 351.265 técnicas, «que es lo importante», destaca Megías, añadiendo que «somos el eje que conecta al hospital con la Atención Primaria y con Salud Pública».

Gregoria Megías es la jefa del servicio de Microbiología del Hospital Universitario de Burgos.Gregoria Megías es la jefa del servicio de Microbiología del Hospital Universitario de Burgos. - Foto: Patricia

Esas cientos de miles de muestras y técnicas se emplean para poner nombre y apellidos a las infecciones respiratorias, pero también a las gastrointestinales, urinarias, de transmisión sexual y de los genitales (en pleno apogeo, con aumentos del 40%), intraabdominales, de la piel y partes blandas o de la sangre (las sepsis). Y a esto añaden el estudio de las micobacterias (causantes de las tuberculosis, pero no solo) para evitar que se extiendan y la vigilancia epidemiológica en general. «Nos dedicamos al diagnóstico directo de las enfermedades infecciosas, porque detectamos qué microorganismos las provocan, pero también al diagnóstico indirecto, porque hacemos serología; es decir, estudiamos la respuesta que hace el organismo cuando se infecta», cuenta Megías.

Ahora bien, todo esto no sirve de nada si la muestra no se recoge bien y se contamina -«esto es lo más importante de la microbiología»- o si no se relaciona correctamente con el paciente al que corresponde. «No procesamos nada que no venga con nombre,  historia clínica o fecha de nacimiento; si no, lo rechazamos», subraya la jefa.

Desde la covid hay microbiólogo de guardia y poder tratar cuanto antes infecciones graves 

Los esputos se manejan manualmente en cabinas de seguridad biológica.Los esputos se manejan manualmente en cabinas de seguridad biológica. - Foto: Patricia


A partir de ahí se pone en marcha un engranaje que comienza con la recepción de todo lo que deben analizar: orinas, exudados, esputos, heces... Una vez registrado, todo pasa a la zona «de siembra». Es decir, a una sala que preside un equipo -que fue pionero en Castilla y León cuando se abrió el HUBU- que automatiza este proceso, en el que se potencia el crecimiento de los microorganismos para luego incubarlos 24 horas y poder determinar qué microbio predomina. Solo en las muestras respiratorias el proceso es todavía manual, ya que generan aerosoles y  deben cultivarse en una cabina de seguridad biológica (y en el caso de las sospechas de tuberculosis, en una sala diferente y más aislada). «Hasta que no han pasado 24 horas no podemos decir nada», subraya Megías, matizando que, sin embargo, al mismo tiempo que se incuba, aplican técnicas rápidas para que el facultativo que solicita el estudio tenga información orientativa cuanto antes y pueda iniciar un tratamiento. «Tenemos una relación muy estrecha con los clínicos; es fundamental», destaca, antes de puntualizar que, sobre todo, trabajan con «la UCI, la REA [la unidad de cuidados intensivos de Anestesiología], Neumología, Pediatría, Cirugía General, Plástica, Vascular...».

Una vez que el germen se ha sembrado (salvo virus y parásitos, que no se cultivan) e incubado, el facultativo examina las placas y hace el estudio de serología; es decir, enfrenta al patógeno a varios fármacos y analiza su eficacia. «El microorganismo está en toda la placa, pero si no crece junto al antibiótico es que es sensible y lo está matando», aclaran Megías y otras especialistas, subrayando que todo ello se especifica en su informe.

Si hay dudas acerca de qué patógeno provoca la infección, disponen de un equipo que, mediante la espectometría de masas (Maldi-Tof) indica, en solo seis minutos, de qué se trata. «Puedes consultar sobre 16 microorganismos a la vez y el equipo hace una especie de voladura, en la que divide y separa las bacterias en sus proteínas para sacar un perfil», cuenta Megías, señalando que toda la Microbiología está ahora muy automatizada, pero siempre en convivencia con las técnicas manuales.

Una facultativa examina si hay parásitos en muestras de heces.Una facultativa examina si hay parásitos en muestras de heces. - Foto: Patricia

Un cambio grande que introdujo la covid en este servicio es que empezaron a hacer guardias: ahora siempre hay microbiólogo en el hospital para analizar y diagnosticar. Y durante la atención continuada la dinámica cambia, porque hay que reducir los tiempos y, así, vuelve a la palestra la técnica que la pandemia popularizó: la PCR. «La utilizamos sobre todo en la urgencia, para diagnósticos que han de ser muy rápidos, como las meningitis, las sepsis o las bacterias resistentes», dice, señalando que así dan respuesta en un plazo de «entre 45 minutos y una hora».

La secuenciación. La incorporación de nueva tecnología es una constante en la unidad, que dio un salto con el secuenciador. Este equipo permitió que Microbiología del HUBU subiera peldaños en el Plan Nacional de Resistencia a los Antibióticos (PRAN), al convertirse en laboratorio intermedio entre Castilla y León -junto al Río Hortega, de Valladolid- y Madrid en el estudio molecular de toda bacteria resistente detectada en los hospitales de Aranda y Miranda, León, Ponferrada, Ávila, Soria y Segovia. «Hacemos la secuencia [genómica de cada germen], la analizamos y la subimos a una plataforma para que Madrid unifique y establezca las relaciones clonales entre hospitales», explica Megías, aclarando que así se puede saber cómo se mueven estos patógenos de un territorio a otro y, por tanto, controlar su diseminación. 

Con la secuenciación se ha cerrado el círculo, porque Burgos tiene capacidad para enseñar todo lo que un microbiólogo necesita saber hoy. «La acreditación como unidad docente es importante, porque en mayo empezaremos a formar especialistas. Y esperemos que luego se queden», bromea Megías, destacando que su objetivo es hacer de la secuenciación una técnica rutinaria y que eso requerirá de más personal. 

Formar a médicos MIR era un objetivo personal y profesional de Megías, que confía que la Unidad consiga en marzo la certificación de calidad ISO 9001. «La auditoría interna la hemos pasado y solo falta la externa», concluye.