Anda por ahí planteada cierta polémica a propósito de la configuración y distribución del servicio de trasplantes del corazón en Castilla y León. Hasta ahora, tal servicio se viene realizando en Valladolid y lo que propone la Junta, parece que ya con una decisión adoptada, es que también se realicen en Salamanca.
Debo confesar que me faltan datos de todo tipo para valorar si tal decisión es correcta, adecuada y oportuna, desde el punto de vista de la mejor prestación de ese servicio. Sí afirmo, por el relativo conocimiento que de ella tengo, que la Organización Nacional de Trasplantes es una institución prestigiosa, reconocida y con un funcionamiento modélico. Partiendo de la base de que el acto médico del trasplante es probablemente una de las muestras más nobles y más evidentes de la solidaridad entre seres humanos, deberíamos preservar de cualquier falta de rigor un servicio de estas características. Detrás de cada trasplante hay una donación de órganos, sea adoptada con carácter previo, sea decidida por las personas más cercanas en circunstancias dolorosas. Por eso el respeto a tan noble práctica, que permite devolver salud y calidad de vida al receptor, generalmente con ocasión del fin de la existencia del donante, debiera ser total.
Insisto, pues, en que ni puedo, ni debo, sostener una opinión cerrada al respecto. Observo que la Organización Nacional no ve con buenos ojos la dispersión territorial del servicio, mientras que los responsables del Gobierno regional defienden que la decisión será causa de mejora y fortalecimiento de una prestación sanitaria tan especial.
Lo que me preocupa es que haya podido tocar este asunto esa desdichada tendencia, tantas veces invocada entre nosotros, de los recelos entre provincias, ciudades y pueblos de nuestra geografía, que también tantas veces ha impedido o dificultado la adopción de las decisiones más eficaces, a causa de una absurda compensación en temas que no debieran ser objeto de dispersión, ni ser utilizados como moneda de cambio.
Esperemos, pues, que no sea éste el caso. El funcionamiento de los trasplantes en España es objeto frecuente de envidia por otros países. Todo menos someterlo a diatriba territorial que pueda afectar a la eficacia con que se viene desarrollando.