Puro instinto animal

Diego Izco (SPC)
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El ariete del Oporto está siendo una de las grandes noticias para el balompié nacional este curso. - Foto: EFE

Después de un viaje durísimo de unos 4.000 kilómetros, los padres de Samuel Omorodion Aghehowa llegaron desde Nigeria hasta Melilla en busca de una vida mejor. Y Samu, 25 años después de aquello, reconoce con sinceridad y claro orgullo que juega a fútbol para que su madre «no tenga que trabajar nunca más». 

Todavía vive de forma modesta, aunque a sus 22 primaveras haya alcanzado la internacionalidad absoluta con España («Debo tener los pies en el suelo»), aunque su cotización como delantero de élite esté cerca de los 40 millones de euros, o aunque haya marcado 12 goles en 13 partidos con el Oporto esta temporada. Samu, como muchos otros futbolistas de raíces africanas que viven atados voluntariamente a su historia para no olvidar el sufrimiento de sus antepasados, no quiere lucir la opulencia de su gremio o la fanfarronada, sino la modestia. 

Es un chico tímido y silencioso. No es una máscara de protección porque siempre lo fue, incluso en los campos de fútbol donde destacaba por su poderío físico ante niños a los que sacaba una cabeza. Se crió en Sevilla, adonde viajó siendo muy niño, y sus primeras patadas fueron en la cantera de la AD Nervión. Claro que sus tantos y su exuberancia física llamaron la atención de los 'cazadores' de los dos grandes de la ciudad… pero ninguno apostó por aquel chico enjuto y espigado, de zancada larguísima pero atolondrada. Uno de sus primeros entrenadores en el Nervión, Javi López, contaba a Relevo que un ojeador del Sevilla le dijo: «No tiene clase. Es potente, tiene carrera… pero no técnica». 

El cambio

Vivió pensando que no tenía suficiente 'glamour' para la élite, pero muchas veces la mejor forma de llegar a un objetivo es no escuchar que es imposible. Cuando el Granada lo incorporó a su cantera, se vino arriba. En una historia de 'extraña superación', similar a la que contaba hace tiempo el técnico mexicano Javier Aguirre. Tenía dudas entre dos centrales: uno era táctica y técnicamente mejor, pero el otro «se cree mucho mejor de lo que es». Eso le hacía jugar desacomplejado, sin los nervios del primero. Eligió al segundo. 

Igual que él, el 'largo' Samu creyó al fin en sus posibilidades a pesar de las puertas cerradas. Fallaba en la colocación, en algunos controles, en desplazamientos aparentemente fáciles… pero no le importaba: había elegido el camino de la gloria y no iba a parar. Los goles (tenía facilidad para ello) eran su mejor pasaporte: hizo 18 en 33 partidos con el Recreativo Granada en la 22/23 y Paco López, técnico del primer equipo, le dio la alternativa en la élite un 14 de agosto de 2023: en el Metropolitano y en el minuto 62, con el 29 en la espalda y calor de justicia bajo el cielo de Madrid, marcó la diana que lo cambió todo.  

Su exhibición -además del tanto puso en jaque a la defensa rojiblanca en varias ocasiones- llamó la atención de Simeone, que dio orden inmediata de ficharlo. La operación fue nefasta para el Granada: se quedó sin su mejor atacante… que terminó cedido en el Alavés, un rival directo por la permanencia. Los 'nazarís' descendieron, los vitorianos se mantuvieron con ocho goles del melillense. 

El Oporto apostó fuerte este verano, en el que Samu Aghehowa -ha elegido este 'nombre futbolístico' en homenaje al apellido de su madre- se proclamó campeón olímpico en París con España. Y la apuesta fue estupenda: en la Primeira Liga marca cada 71 minutos; en la Europa League, cada 81. «Sigue siendo un delantero 'extraño' -analiza López-, pero esa falta de técnica la contrasta con cabeza: lee muy bien el juego. Tiene instinto». Un instinto animal, casi de supervivencia, que ha puesto en la selección a un 'nueve' como nunca ha tenido.