«La enfermedad y la muerte es una realidad que escondemos»

B.A. / Castrojeriz
-

Sergio del Molino desgranó ayer con el médico Jacinto Bátiz su libro 'La hora violeta', donde narra la historia de su hijo Pablo. El título ha sido el protagonista de un retiro celebrado en Castrojeriz desde el viernes

Momento de la charla denominada ‘Literatura y cuidados’ y que mantuvieron el médico de paliativos Jacinto Bátiz (izquierda) y el periodista y escritor Sergio del Molino. - Foto: Luis López Araico

Dentro de un armario y con muchos candados. Ahí escondemos la realidad de la enfermedad y de la muerte, según Sergio del Molino, periodista y escritor, que narra abiertamente en La hora violeta la historia de su hijo Pablo desde que fue diagnosticado de leucemia hasta que murió antes de cumplir los dos años. Una obra que ayer desgranó en una conversación sobre literatura y cuidados con el médico paliativista Jacinto Bátiz, que calificó el título «como un manual para la profesión». El autor, y esta pieza cargada de amor que escribió hace una década, han sido también los protagonistas de un retiro de lectura organizado por Remanso y la Fundación Pía Aguirreche y que se ha celebrado desde el viernes y hasta ayer en Castrojeriz. 

La charla, seguida por medio centenar de personas y con la que finalizó este encuentro, giró en torno a un libro que Del Molino no hubiera querido escribir nunca porque en él narra «lo más terrible, infernal y doloroso» que ha vivido. «Está ayudando a concienciar sobre algo que se sigue ocultando a la sociedad», dijo el autor, que reconoció que se sintió acompañado por los servicios sanitarios pero abandonado en el momento final.

Esos instantes últimos de la vida ocuparon gran parte de la hora de diálogo entre ambos. «A los médicos nos enseñan a prevenir las enfermedades y a curarlas, pero no a paliarlas, hemos tenido que aprender sobre la marcha», dijo Bátiz, que aseguró que había aprendido mucho con La hora violeta. «Lo que no he encontrado en ningún libro de medicina lo he hallado en este. Lo voy a recomendar a mis colegas y debería ser obligatorio en las facultades de Medicina, ya que enseña a ayudar más al enfermo y a su familia». La necesidad de médicos con habilidades comunicativas, no solo científicas, también se puso sobre la mesa. «Se requieren buenas dotes y no todo el mundo las tiene. Pero un mínimo de conocimiento para esa puesta en escena es importante», afirmó el autor. 

Con una naturalidad aplastante, Sergio reconocía sentirse «fracasado» por no haber podido proteger a su hijo. «Te sientes inútil», explicaba el autor, que afrontó el duelo con fuerza y «no tiñendo a nada con tabúes». Y también creando una joya literaria, «a la que hay gente que se acerca con miedo sin saber que también es ilusión». 

La charla entre Bátiz y Del Molino contó con la introducción de José Galíndez, presidente de la Fundación Pía Aguirreche. Durante su intervención habló de Pía, su mujer, y de como la fundación nació hace menos de dos años con un firme propósito: formar y divulgar sobre los cuidados paliativos. «Se puede morir bien, pero hay que trabajar para que todo el mundo pueda aliviar el sufrimiento de los suyos con profesionales preparados para ello», dijo Galíndez, que se acercó a estos cuidados paliativos cuando su mujer los precisó tras una cruel enfermedad. «Cuando la medicina no puede hacer nada por curar, se pueden hacer otras muchas cosas», afirmó insistiendo en «trabajar por tener un buen final de vida».