La Vid: Mucho más que un monasterio

DB / Linares de la Vid
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Fundado en 1959 para acoger a los vecinos de Linares del Arroyo, sumergido bajo un pantano, le caracteriza su gran dinamismo

Luis Alberto Iglesias, alcalde pedáneo Lleva más de dos décadas vinculado al Ayuntamiento de esta entidad menor ribereña, ocho como concejal y 14 como alcalde pedáneo. Forma parte de esa entrada de sangre nueva que ha dinamizado la localidad. - Foto: DB

La imponente estampa del cenobio agustino de Santa María de la Vid y su espectacular espadaña, una de las más grandes de Europa, se alza desafiante al pie de la N-122, bañada por las aguas del río Duero, convirtiéndose en un excelente reclamo para coger el desvío y acercarse a conocerlo. El monasterio, en sí mismo, es motivo suficiente para hacer un alto en la comarca y gastar una jornada entera recorriendo sus estancias centenarias, disfrutando de sus tesoros arquitectónicos, artísticos y bibliográficos y conocer algo más de la historia que han conocido sus muros. Sin embargo, no es este el motivo de nuestro artículo de hoy. Con él pretendemos acercar todo lo que rodea al enclave religioso y que por su cercanía, precisamente, se ve eclipsado.

Es quizás el benjamín entre el millar largo de municipios de la provincia de Burgos. Fundado en 1959 para albergar a los vecinos del cercano municipio segoviano de Linares del Arroyo, cuyas viviendas iban a quedar ocultas por las aguas del pantano homónimo, recibió como designación administrativa el topónimo de Linares de la Vid, aunque todo el mundo lo conoce simplemente por su apellido, La Vid.

Sorprende nada más adentrarse en él su trama urbana. Lejos del caos pétreo de los pueblos castellanos, las viviendas blancas y el trazado rectilíneo de sus calles parecen desplazar al visitante desde la meseta a ese otro Linares, más célebre, de tierras jienenses. Su juventud y escaso patrimonio podía haber hecho a los vitenses caer en una cierta desidia que encontrara el pertinente reflejo en su caserío pero, por el contrario, hace alrededor de dos décadas los vecinos y su ayuntamiento pedáneo se implicaron en  su mantenimiento y apostaron por dinamizar una entidad menor pequeña pero, ni mucho menos, dispuesta a quedarse quieta  a contemplar como el temido éxodo rural iba acabando con ella.

La promoción de viviendas permitió la llegada de nuevas familias a la localidad que se integraron en una vida social activa en buena parte gracias a la asociación cultural local. Tampoco se ha quedado quieta a nivel empresarial. En los últimos años, la implantación de una bodega y la posterior inauguración, hace apenas un par de meses, de un hotel rural  ha generado puestos de trabajo y garantiza la pervivencia del pueblo. El resultado, reconoce Luis Alberto Iglesias, alcalde pedáneo de La Vid, es que mientras otros municipios cercanos han ido perdiendo población con el paso de los años, «aquí nos mantenemos entre 115 y 120 vecinos desde hace bastante tiempo» que pueden disfrutar de servicios impulsados por el Ayuntamiento, como el renovado depósito de aguas o el telecentro.

Premio de embellecimiento

La Corporación pedánea se ha encargado también de que el pueblo luzca lo mejor posible. El arreglo y acondicionamiento de las calles y plazas vitenses ha sido una máxima en sus actuaciones. De la misma manera, se ha preocupado por arreglar aquellos rincones que pudieran presentar algún deterioro. La recuperación de una fuente que de un día a otro ‘desapareció’, como consecuencia de una deplorable actuación de los amigos de lo ajeno, es una de las últimas actuaciones que han llevado a cabo. Un empeño que ha sido reconocido por las autoridades provinciales. De hecho, La Vid obtuvo el cuarto premio en el Concurso de Conservación del Patrimonio Urbano y Rural, que convoca la Diputación, en 2002, y el segundo premio de su categoría en 2005 y 2012.