El sector primario, que ha sido ninguneado sistemáticamente en las decisiones políticas de la historia reciente, va abriéndose paso en la agenda de los gobernantes. Aunque aún queda mucho camino por recorrer en ese sentido, en la COP29 se ve cómo ese proceso avanza. La capital de Azerbaiyán acoge hasta este viernes las negociaciones en las que se espera que cerca de 200 países fijen un nuevo objetivo colectivo de financiación de la acción climática, donde la agricultura tiene un papel importante. En la COP28 -celebrada en Dubái hace un año- el sector ya entró con fuerza en la agenda con la declaración de más de 160 gobiernos dispuestos a transformar los sistemas alimentarios.
Ahora, la directora del Foro Mundial Rural, Belén Citoler, considera que se necesitan compromisos concretos que prioricen la agricultura familiar en los planes climáticos nacionales y en el nuevo objetivo de financiación. Según sus cálculos, la protección de los sistemas alimentarios requiere de hasta 500.000 millones de dólares anuales (más de 472.000 millones de euros) y, a pesar de ello, solo un 0,3% de los fondos climáticos internacionales (2.000 millones de dólares o 1.890 millones de euros en 2021) se dirigen a los pequeños agricultores y ganaderos.
Un estudio del Fondo para el Medio Ambiente Mundial y del Fondo Verde para el Clima publicado por la alianza mundial que forman unos 50 millones de pequeños productores bajo el nombre de Agricultura Familiar por la Acción Climática apunta que solo un tercio del gasto en el sector primario se destina a los pequeños agricultores, pese a que producen el 70% de los alimentos en África y el 80% en Asia. Los agricultores están en primera línea del cambio climático, pues su producción sufre el impacto directo de olas de calor, sequías e inundaciones, y -sin embargo- «no reciben la atención adecuada de gobiernos e inversores», sostiene Citoler. A su juicio, la promoción de prácticas agroecológicas, la diversificación de cultivos y la defensa de la biodiversidad son formas de aumentar la resiliencia de la agricultura frente al cambio climático y reducir sus emisiones a la atmósfera.
La agricultura reclama más financiación en la COP29La directora ejecutiva del Instituto de Política Agrícola y Comercial (IATP), Sophia Murphy, tiene «bajas expectativas» puestas en la COP29 después de que las últimas cumbres hayan evitado abordar la urgencia de reducir las emisiones del sector primario -algo que «muy pocos países se toman en serio»- y hayan desviado el debate sobre el uso de la tierra. Murphy lamenta que la mayor parte de inversión agrícola va destinada a la producción intensiva, regadíos, semillas patentadas y fertilizantes fósiles, lo que «socava la ambición ambiental».
La experta asegura que el secuestro de carbono en el suelo es importante, pero «muy difícil de medir y proteger», por lo que insta a pensar más en la resiliencia y la diversidad que aportan la protección de los bosques, la restauración de los humedales y la variedad de sistemas.
Transformación sostenible.
La presidencia de la COP29 pretende coordinar más las alrededor de 90 iniciativas que existen para asegurar que los agricultores reciben el apoyo que necesitan dentro del programa de una cumbre que también prevé evaluar el grado de cumplimiento de los compromisos adquiridos. Además, se ha presentado este martes la iniciativa climática 'Armonía de Bakú para los Agricultores: Fortalecimiento y Resiliencia Climática', en la que también ha participado la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con el objetivo de debatir sobre los impactos del cambio climático global en la agricultura y en los recursos hídricos.
Mukhtar Babayev, ministro de Medio Ambiente de Azerbaiyán y presidente de la COP29, ha incidido en la importancia de una «transformación sostenible» de la agricultura, sin olvidar reforzar la posición de los agricultores, especialmente de las agricultoras. Para el ministro de Agricultura de Azerbaiyán, Majnun Mammadov, los agricultores son los más afectados por el cambio climático y sienten directamente impactos como altas temperaturas, lluvias impredecibles, degradación del suelo y escasez de agua, que socavan con «gravedad» su medio de existencia.
Sin embargo, y a pesar de estar en primera línea de los impactos climáticos directos, los agricultores y ganaderos son los que reciben menos atención en los diálogos mundiales sobre el clima y los últimos en recibir ayuda, ha advertido Mammadov, quien ha animado a todos los sectores de la población a revocar a esta situación.
Por su parte, Viorel Gutsu, representante para Europa y Asia Central de FAO, ha subrayado la gran importancia de hacer hincapié en un apoyo fuerte a las comunidades rurales, las mujeres y los jóvenes, así como en la financiación climática, como parte de las medidas para combatir el cambio climáticos y sus consecuencias. Es necesario acrecentar la coordinación para lograr una acción climática «más eficaz y más rápida» junto a un desarrollo significativo de las finanzas que beneficie al sistema agroalimentario, un camino que ya comenzó hace 10 años con iniciativas, coaliciones, redes y asociaciones y que hay que continuar, ha concluido Gutsu.
La directora de la plataforma de acción climática del Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional, Aditi Mukherji, advierte de que «no invertir lo suficiente en la agricultura para la adaptación y la mitigación del cambio climático plantea riesgos importantes para la seguridad alimentaria y la estabilidad económica mundiales».
Sin financiación suficiente, resalta que los pequeños productores son incapaces de adoptar las innovaciones necesarias frente a la crisis, lo que puede llevar a la pérdida de productividad y al aumento del hambre en 189 millones de personas en un mundo con dos grados centígrados más de temperatura y en 1.800 millones si el escenario es de cuatro grados más.
«En la COP29, nuestra principal prioridad es abordar la urgente intersección del cambio climático y la seguridad alimentaria», añade Mukherji, que reclama fondos para que los agricultores familiares accedan a servicios de información y alerta temprana, variedades más resistentes, tecnologías de bajas emisiones y prácticas de agricultura de conservación.
Así pues, parece que el sector primario va abriéndose paso en las agendas de los gobernantes y ya es tenido en cuenta tanto como un factor decisivo para hacer frente a las consecuencias del cambio climático como en su imprescindible papel de proporcionar alimentos a toda la humanidad.