Entre los recolectores de setas están quienes únicamente cogen para consumo, quienes lo hacen sólo con fines comerciales y aquellos que los comen, pero también los venden. Gonzalo Alonso tiene en Navas del Pinar un punto autorizado de compra de setas. Es el cuarto otoño que recoge la mercancía de los aficionados y reconoce que por su zona, de momento, no hay boletus, lo que lleva a los apasionados de la micología a salir en busca de ellos a donde creen que sí han salido. Empezó a recepcionarlos, y también otro tipo de setas, hace dos semanas y está pagando 15 euros por el kilo de amanita caesarea y por las setas de cardo, 12 por el de boletus y entre 2 y 10 por el de níscalos, dependiendo de la calidad del género.
Los precios varían cada día, «como la bolsa» y este año son más bajos que el año anterior, entre otras cosas, porque el producto está teniendo menos salida en el mercado. «El principal consumidor es el Mediterráneo y todo el Levante. Allí están en la playa, comiendo helados, por lo que ahora mismo hay más oferta que demanda, lo que hace que los precios sean más bajos, no hay salida de la mercancía», relata.
También afecta a la parte económica de la micología que este año ha explotado el bosque antes en otras zonas de España, como Cataluña, Teruel o Madrid. «Vamos más retrasados, queda por brotar toda la zona de Pinares», afirma Alonso, que asegura que el año pasado hubo menos cantidad de setas en los montes de la provincia, pero como fueron de los pocos lugares donde salieron, los precios se mantuvieron altos.
En cuanto a las previsiones, el comprador afirma que se prevé «mucha cantidad, aunque no se sabe la calidad», y añade como curiosidad que están saliendo los conocidos como hongos rojos. «Antes se decía que cuando aparecían significaba el final de la temporada. No sé si tendrá algo que ver con el cambio climático».