Situada en la cima de un cerro, dominando un paraje de matices verdes lleno de vegetación, la iglesia de San Clemente impone ya desde la carretera. El descenso por la hoya de Huidobro, en la zona de Sedano, cumple lo que promete y nada más llegar al pueblo la mirada se dirige sin remedio hacia la construcción del siglo XII. Sin embargo, la belleza del templo se ensombrece nada más observar su estado de ruina. Y si desde el exterior es evidente (un árbol crece en lo que queda de tejado y la maleza envuelve la planta de cruz griega), lo que muestra su interior, simplemente desconsuela.
Entre tablones sucios y rotos, restos de maquinaria y otros utensilios propios de un trastero, el ábside semicircular de la iglesia -huella del tardorrománico burgalés- implora un poco de limpieza y conservación antes de que sea demasiado tarde. El resto de la iglesia, con bóvedas ojivales que poseen restos de policromía, pertenece a construcciones posteriores del siglo XVI que, sin ser tan interesantes, también merecen cierto respeto.
De la singularidad del ábside saben bien la Asociación de Amigos del Románico, que ayer se concentró en el templo para exigir una restauración inmediata. «Posee una doble línea de taqueado (un tipo de ornamentación hecha a base de pequeños cilindros): una en el arranque de la bóveda y otra a la altura de los cimacios (las molduras) de la ventana. Ese detalle le da una prestancia y una elegancia sin igual», detalla Jesús Ribate, miembro de la junta directiva de la asociación.
Ribate y otros 50 socios de la agrupación critican la dejadez que las instituciones mantienen con esta pieza románica que podría tener la clave del modus operandi de los talleres burgaleses del tardorrománico. «Todos los autores sostienen que esta iglesia se realizó en una sola campaña, que no tuve interrupciones. Pero lo singular es que en el mismo periodo intervinieron tres manos de tres talleres distintos: un taller burebano que deja su firma en los capiteles (son iguales a los de Abajas); la portada, que es similar a las del valle de Valdivielso; y los canecillos, que tienen impronta silense», recalca. «En el ábside de San Clemente -añade- está la clave. Pero si se cae, no podremos saberlo».
Por eso reclaman una intervención urgente que mitigue el deterioro de una construcción en la que también destaca su portada. «O se elimina la maleza de alrededor que hace que la humedad ascienda por capilaridad a través de las rocas, se reteja el templo y se limpia por dentro para que deje de acumularse suciedad y humedades que van disgregando la piedra, o la bóveda se hunde. Y el día que se hunda, es irrecuperable».
Además de advertir a la Diputación y a Patrimonio de la Diócesis que destacan la singularidad del templo, la Asociación de Amigos del Románico remitirá a la Junta en las próximas fechas toda la documentación necesaria para que San Clemente, de Huidobro, sea declarado Bien de Interés Cultural.