Dice Wikipedia que en la cultura medieval cristiana el 3 se considera un número perfecto, que simboliza el movimiento continuo y la perfección de lo acabado. Una definición que les cae como agua de mayo a los hermanos Gil. Tres son ellos, tres los sectores a los que se han dedicado -cereal, transportes y construcción-, y tres los hijos para coger las riendas del negocio. La sucesión está en marcha. Perfecta o no, el tiempo lo dirá.
Cuando llegó la luz a su pueblo, Lara de los Infantes, Eduardo tenía 9 años. «Quitaron el ferrocarril» y tenían que ir andando a Mambrillas hasta que compraron su primer coche. «Cuando me volví para atrás a echar la cazadora, aquello parecía más grande que todo», explica el primogénito, que recuerda perfectamente aquel día de hace 51 años.«Eché gasolina en la calle Vitoria, donde había un surtidor», dice mientras se enzarza amistosamente con el hermano mediano, Carmelo, por el precio del primer repostaje de gasolina.
De ese instante se deduce rápido que es Carmelo quien lleva las pesetas en el negocio fraternal. Llevaba, porque también se ha jubilado, al igual que Ángel, el pequeño con 65 años. Junto a Eduardo fundaron Agrícola San Román para trabajar las tierras y, hace 25 años, Cereales Burgos, dedicada a la compraventa mayorista de grano y abonos y con sede en Villariezo. «Lo compramos poco a poco y poco a poco lo hemos construido... Las naves, el suelo, colocar la báscula, el vallado... Todo lo hemos hecho nosotros» en una ubicación cerca de Burgos y bien conectada con la zona de Lara. « Si vas a Villalonquéjar, te pasas un rato grande», recalcan.
Los tres hermanos fundadores del negocio, Eduardo (el mayor, en primer plano), Carmelo y Ángel con los herederos, Eduardo, Miguel Ángel y Álvaro (el menor, de 23 años). - Foto: Alberto RodrigoEn esta oficina se sientan ahora los hermanos Miguel Ángel (27 años) y Álvaro Gil (23), y no descarta hacerlo de nuevo Eduardo (29), que ha trabajado a temporadas con ellos y que ahora está en Hiperbaric como ingeniero. El mediano de los primos estudió Derecho y ADE. «Tenía claro que en el futuro quería llevar una empresa o un pequeño negocio propio que fuera mío y quería tener conocimientos a nivel teórico para poder dirigirlo. No sabía cómo lo iba a hacer, si trabajar para otro en un principio o cómo pero al final, por circunstancias, probando en un sitio y en otro...» ha acabado al frente del negocio familiar. «No ha sido una decisión de un día para otro», explica, reflexivo.
Han trabajado 40 años juntos, también en el transporte y la construcción
Su hermano eligió su itinerario formativo también con una idea. «Siempre he visto los camiones en la familia y por eso estudié Transporte y Logística. Y como ya veía por dónde iba la cosa hice Comercio Internacional», confiesa Álvaro. Puede que la vida le lleve por otros derroteros pero no ahora. «De momento, esto es lo que más futuro le puedo llegar a ver», subraya el benjamín del grupo empresarial.
Sus planes pasan por expandirse hacia la agricultura de precisión, y los abonos y semillas especializados, «combinando la experiencia que tienen ellos con nuestras ideas», apunta Miguel Ángel. «Poner el tejado de placas y cargadores para coches sería algo a estudiar», añade Eduardo.
Sus antecesores creen que se lo han dejado fácil. «No es más que abrir la puerta y atender a los clientes que hay», afirma Ángel, confiado en que conseguirán ampliar incluso la cartera que les han dejado, y seguro de que «con los agricultores nunca hay problemas». Caso aparte son «esos vienen con la chaqueta ajustada y los zapatos largos», añade Carmelo para risas de todos. Ese buen ambiente ha imperado en el trabajo de los hermanos Gil. Aunque han discutido alguna vez, claro. «Las que ha hecho falta. En un equipo de fútbol también discutes», añade Carmelo, para quien lo inteligente es «hablar, el entendimiento. Es la inteligencia pura», recalca.
Por el tres han apostado siempre. «Si hay que matar un cochino, dos casi es poco, tres es el número justo. Si vas a trabajar a un andamio, dos suben arriba y piden al de abajo masa o un ladrillo», ejemplifica Carmelo. De ahí viene su fuerza, y de diversificar.«Agarrarse a más de una cosa es el truco. Nunca vas a ser rico, pero no te vas a hundir», añade. Y sin olvidar el sueldo de sus tres mujeres, las tres funcionarias, que siempre podía servir de colchón.