Cuando el año pasado los guardias civiles que actuaron en el tiroteo de Villagonzalo Pedernales en el que murió un policía gallego vieron cómo los compañeros del Cuerpo Nacional recibían medallas con distintivo rojo y ellos no, les fue imposible ocultar cierto resquemor. Desde la Comandancia les explicaron que el expediente era mucho más largo y les prometieron que el 12 de octubre de 2024 la recibirían. Pues bien, mañana los agentes que se jugaron la vida, tras una persecución por la A-231 y una refriega en la gasolinera de la localidad del alfoz, tampoco tendrán su merecido reconocimiento. Una vez más, la petición se ha dilatado en el tiempo y sienten que no se les ha valorado lo suficiente, según las asociaciones. 

Fuentes consultadas por este periódico explican que el año pasado, tras conocerse su malestar por no poder recibirlas en tiempo y forma, como sí ocurrió con los policías nacionales, la Comandancia les tranquilizó y les aseguró que más pronto que tarde iban a tener su recompensa. «Dijeron que el próximo año sí que había medalla y no va a ser así. Es verdad que el expediente es mucho más largo que el de CNP, pero creemos que se podrían agilizar los plazos dado que se jugaron la vida en Villagonzalo Pedernales. Hubiera sido una manera de demostrar que tienen el apoyo de sus guardias», señalan desde la AUGC. 

Por su parte, desde el edificio de la Glorieta de Logroño insisten en que, aunque no lleguen a tiempo para día de la Virgen del Pilar, los agentes serán condecorados con la medalla al mérito con distintivo rojo, la cual conlleva una pensión equivalente al 20% del sueldo base y que se cobra hasta después de la jubilación. Recuerdan, además, que ya en su día se reconoció su «trabajo impecable». «Es un procedimiento reglado y tasado, mucho más largo que el de la Policía Nacional. Se han dado casos en los que se tardan más de dos años. Tendrán recompensa», subrayan. 

Los agentes intervinientes tuvieron que abatir al policía nacional de baja forzosa después de que éste se liara a tiros, primero en el túnel de Las Quintanillas y posteriormente en la gasolinera de Villagonzalo Pedernales, donde se atrincheró al verse acorralado. Esa misma mañana, había robado el arma con el que atacó a los guardias burgaleses a un compañero de la Comisaría Sur de A Coruña.