En las páginas de opinión a menudo nos toca criticar. Hoy en cambio me pide el cuerpo felicitar, después de ver el pasado fin de semana la esperada iluminación de la catedral. Felicitar al Cabildo, al Ayuntamiento y a los técnicos que han desarrollado el trabajo. Y felicitarnos todos por poder disfrutar de esta nueva visión nocturna de nuestra catedral y por extensión de nuestra ciudad.
El monumento tiene su identidad más genuina con la luz natural, tal como estuvo concebido, con los contrastes de luces y sombras que van cambiando en cada momento del día. Pero también es evidente el gran atractivo de la visión nocturna, que sin embargo tiene el peligro de generar cambios inapropiados en su percepción si no se aplican criterios rigurosos. Basta recordar la catedral de colorines que hemos sufrido estos últimos años, cuando se transformaba en una especie de tarta de cumpleaños naranja y violeta, que tenía un pase como celebración festiva del VIII Centenario, pero que se alargó demasiado en el tiempo y me parecía ya una falta de respeto al monumento. En esta ocasión creo que se ha hecho un buen trabajo y el resultado es espléndido desde varios puntos de vista. Lo más evidente es lo relativo a la eficiencia energética; la antigua instalación a base de grandes proyectores de incandescencia, con importante contaminación lumínica, ha dado paso a una multitud de pequeños focos de tecnología LED que reducirá los consumos. También es importante la nueva visión global del monumento, porque antes había zonas como las Llanas que no estaban iluminadas y ahora se puede tener una visión de conjunto del templo en todo su entorno, sin ámbitos de segunda categoría. Es el caso de la portada de la Pellejería, que estaba un tanto relegada en la oscuridad y ahora parece resurgir con la nueva iluminación. Por cierto, a ver si el Cabildo remata la faena y se anima a abrir la reja de esta portada para poder disfrutarla también durante el día.
Pero la novedad que me parece más relevante es la temperatura de color elegida, que cambia completamente la visión nocturna del monumento. Antes la luz era de un tono blanco bastante frío, que generaba un volumen duro y arisco. Ahora en cambio se ha utilizado luz cálida, mucho más suave y amable, que me parece muy apropiada para la tonalidad de la piedra caliza de Hontoria. El resultado general de conjunto es muy agradable y los nuevos focos potencian ligeramente algunos elementos como las portadas, los rosetones, la girola o el cimborrio. Lo menos afortunado es quizás lo relativo a las agujas, con un resultado menos uniforme por la dificultad de iluminarlas desde la corta distancia.
Ahora se trata de aprovechar el juego que permiten las distintas escenas proyectadas. No es necesario aplicar en todo momento la mayor intensidad, de modo que en función del horario se puede usar una luz más suave, que me parece incluso más atractiva y genera menos contaminación lumínica. A disfrutarlo.