Conectados por la solidaridad

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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Nace la asociación Mano Amiga, al abrigo de Cáritas, para atender a los sintecho. Un grupo de personas sin hogar se involucra en ayudar a quien por primera vez se queda en la calle

Nace en Burgos la asociación Mano Amiga, al abrigo de Cáritas, para atender a los sin techo. - Foto: Patricia

En febrero de 2021, casi un año después del inicio de la pandemia y cuando las primeras terribles olas de covid, con tantos contagios y fallecimientos, habían dado un cierto respiro, en el albergue de Cáritas no se había contabilizado ni un solo caso. Es cierto que la entidad católica había cuidado al extremo las condiciones de higiene siguiendo todas las recomendaciones al pie de la letra, pero hubo algo más crucial en esta excepcional ausencia de enfermedad en sus instalaciones. Así lo explicaba entonces en estas páginas el educador social David Alonso: «Nuestros usuarios no van al cine ni a un restaurante, no ven a sus familias... La soledad ha sido un factor de protección». 

Porque estar literalmente en la calle o no tener un hogar (en la máxima extensión del término) no supone únicamente pasar frío, miedo, necesidad y sentir que todo se hunde alrededor. Es también no tener a nadie con quien hablar, sincerarse, reírse y disfrutar de ratos de ocio. Nadie a quien contarle proyectos, deseos y recuerdos. Nadie con quien hacer planes. Y las personas que trabajan en Cáritas lo saben bien. Por eso, aprovechando que la entidad llevaba ya tres años organizando talleres y actividades de ocio desde el punto de vista del empoderamiento y la participación activa de la gente de la calle, es decir, que eran ellas mismas las que decidían qué y cómo hacer para pasar el tiempo libre, se decidió dar un paso más: el asociacionismo.

«Sentíamos que enseñar y acompañar habilidades sociales y propuestas de ocio se quedaba corto y vimos que faltaba algo muy importante para apuntalar la autoestima, que cuando se está en la calle se queda altamente dañada, así que nos pusimos en contacto con compañeros de otras ciudades vinculados a la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y encontramos que en Zaragoza habían constituido una asociación las propias personas sin hogar, contactamos con ellas y vimos que no era tan difícil. Así que se puso en marcha», describe Alonso.

En la sede que Cáritas tiene en el antiguo colegio de la calle de San José, la semana pasada un grupo organizaba las actividades lúdicas y reivindicativas del Día Mundial de las Personas sin Hogar. En la sede que Cáritas tiene en el antiguo colegio de la calle de San José, la semana pasada un grupo organizaba las actividades lúdicas y reivindicativas del Día Mundial de las Personas sin Hogar. - Foto: Patricia

Se llama Mano Amiga, está compuesta por gente que duerme en la calle o en viviendas tuteladas o pisos compartidos y se ha propuesto varios objetivos. El primero, sentir que forman parte de algo, como cuenta el educador social: «Estamos acostumbrados a ver a estas personas de manera individual, a pensar que no quieren saber nada de la sociedad y que van a lo suyo. Pero aquí han decidido que no, que son un grupo, que forman parte de un colectivo muy importante y muy desfavorecido y que lo que quieren es poder sentirse bien entre sus iguales, que es lo que nos pasa a todos. Se trata de un espacio en el que estar y compartir su tiempo en libertad».

De las reuniones preparatorias en las que se sustanció Mano Amiga han salido varios encargos que se proponen hacer entre todos. Por un lado el acompañamiento a aquellos que llegan por primera vez al albergue de Cáritas y se sienten tan abrumados como los veteranos en su primer día. «Los trabajadores hacemos con ellos esa labor, pero desde un punto de vista técnico; lo que ellos han propuesto es hacerlo de tú a tú, desde quien tiene ya la experiencia que otros viven por primera vez y en este sentido nos han propuesto participar en el programa Café y Calor».

Esta iniciativa, que lleva ya varios años desarrollándose en Burgos, trata de encontrar por las calles de la ciudad a la gente que duerme al raso o en cajeros, ofrecerle un café y unas galletas, un poco de conversación y la oferta de poder pasar la noche en la Unidad de Mínima Exigencia. Hasta ahora lo han hecho grupos de personas voluntarias, pero el impulso de la asociación Mano Amiga va a hacer que en esos recorridos participen también quienes conocen de primera mano lo que es dormir en la calle. Echarán, además, una mano en la acogida del albergue en cosas tan sencillas, apunta Alonso, como acompañar a alguien que no conoce Burgos hasta la casa de acogida de San Vicente de Paúl donde se ofrecen almuerzos y cenas, y en otras más complejas como completar el recorrido burocrático que tienen que hacer cuando llegan a España las personas que quieren demandar protección internacional, hacer de intérprete o apoyar en una visita médica.

Técnicas y voluntariado de Cáritas participan en las reuniones con las personas que se encuentran sin hogar y que organizan las actividades de la asociación. Técnicas y voluntariado de Cáritas participan en las reuniones con las personas que se encuentran sin hogar y que organizan las actividades de la asociación. - Foto: Patricia

Oferta cultural. Por otro lado, están preparando actividades culturales abiertas a todos los usuarios de las antiguas escuelas de la calle San José -donde se reúnen- que Cáritas utiliza como sede de varios de sus servicios: el economato y la acogida del arciprestazgo de Vega, el servicio de Empleo o el programa de Infancia. La primera es un vídeoforum que tendrá lugar el próximo 29 de noviembre con la emisión de la película En busca de la felicidad y un debate posterior sobre las personas sin hogar y la infancia. Y la tercera pata sobre la que se sustentará la actividad de Mano Amiga será la sensibilización y la denuncia de las causas que llevan a muchas personas a la calle a través de charlas en colegios y en la universidad.

La implicación social y emocional que supone formar parte de una asociación que haga a sus participantes sentir que son personas con algo que decir y mucho que aportar va siempre paralela al proceso individual de cada uno, porque, por suerte, en la mayoría de los casos no se vive en la calle para siempre sino que se desarrolla un proceso de rehabilitación personal que incluye la búsqueda de empleo, mejoras en la salud, recuperación de vínculos rotos, etc. «Es una actividad complementaria y totalmente voluntaria. De momento, están involucradas alrededor de unas quince personas pero es muy voluble».

Entre ellas está Enrique Figueras, originario de Barcelona (Venezuela) que lleva en España apenas unos meses tras salir de su país con el objetivo de encontrar un mejor modo de vida y una tranquilidad que allí no encuentra y pasar por Colombia, Perú y Chile. Cuenta que en su país de origen la pobreza todo lo rodea «por culpa del bloqueo y las sanciones de Europa y Estados Unidos», que hay un enorme desabastecimiento de alimentos y medicinas y una gran inestabilidad «porque solo importa lo que Venezuela tiene debajo de la tierra, el petróleo, y no sobre ella, que somos las personas».

Muy sonriente, este monitor de gimnasia, dice que lleva más o menos bien vivir en un albergue, que no se queja y que participar en la asociación Mano Amiga es importante: «Me invitaron y estoy muy agradecido. Participo donde lo consideran porque cuando llegué me sentí muy triste y derrotado, sin nada en la vida y como que había perdido todo, pero esta asociación y conocer personas en mi misma situación me está ayudando y yo a otros desde mi condición de pastor cristiano evangélico practicante».

Ana Muñoz, de 51 años, es española. Nació en Barcelona pero vivió muchos años en León. Por circunstancias familiares se encuentra ahora en Burgos sin un techo propio y mientras intenta rehacer su vida, buscar un empleo y encontrar amistades, la cita semanal con la asociación le es muy beneficiosa. «Es la primera vez que me he quedado con la calle y es como si me hubiera quedado huérfana a los 50 años, por eso cuando vengo aquí a hacer actividades me entretengo y por suerte he encontrado a una chica que ya es casi familia. Procuro mantener el ánimo arriba».