Con solo echar un vistazo al calendario que tenía el Burgos CF en el mes de marzo era fácil deducir que sería decisivo para el futuro blanquinegro. Podía sacar al conjunto castellano del atolladero en el que se había metido o le podía complicar aún más su situación y mantenerle en las posiciones de peligro hasta el final del curso.
El mes ha sido prácticamente perfecto. Comenzó con mal pie tras el tropiezo en Castellón y acabó en Elda con un punto que tiene valor, aunque lo crucial ha estado entre aquella dolorosa derrota en el Nuevo Castalia y el empate del pasado sábado en tierras alicantinas.
Las cuatro victorias consecutivas que logró el Burgos ante Racing de Ferrol, Albacete, Cartagena y Almería le han cambiado la vida y han supuesto un tremendo respiro. Tanto que en estos momentos el conjunto burgalesista está más cerca de las posiciones de privilegio que del descenso.
Ha sido un mes de marzo exigente en el que la escuadra local ha jugado seis partidos, ya que le tocó recuperar el que no pudo jugar en su fecha en Ferrol debido al temporal. A lo anterior hay que añadir que cuatro de esos duelos los ha tenido que disputar fuera de casa y que todos ellos han sido desplazamientos lejanos, lo que ha perjudicado en la recuperación de los blanquinegros.
Ha sido la fase de la temporada más productiva para el Burgos -ha sumado 13 de los últimos 15 puntos en juego-, aunque no la más brillante. El conjunto que entrena Luis Miguel Ramis no ha mostrado su mejor versión y se ha llevado el gato al agua en encuentros que han sido poco atractivos.
La ilógica del fútbol se ha vuelto a confirmar y el equipo ha sumado victorias en encuentros en los que ha estado por debajo que en otros choques, en los que los méritos no se tradujeron en puntos o triunfos.
El futuro se ve de otra manera en mitad de la tabla y con 46 puntos en el casillero cuando quedan nueve jornadas por disputar. La salvación está a la vuelta de la esquina y ha surgido el optimismo. Son muchos los que hacen las cuentas de la lechera.
Mal comienzo. El primer reto de marzo fue Castellón y el desenlace de aquel choque contra el conjunto albinegro no invitaba al optimismo. El Burgos seguía siendo presa de su dinámica negativa y desaprovechó un penalti en el añadido que hubiera supuesto el empate.
Si el Eldense hubiera ganado al Levante al día siguiente -perdió después de encajar dos goles en el descuento- el Burgos hubiera caído a las posiciones de descenso, aunque tenía un partido menos que sus rivales más directos.
Precisamente en ese encuentro aplazado en A Malata al Burgos le cambió la dinámica y la suerte. Venció por 0-1 gracias a un penalti pitado por el VAR que materializó en su segundo intento -en el primero lo falló-. El cuadro burgalesista no estuvo bien, pero logró el triunfo, que era lo que importaba.
Todo lo anterior se confirmó ante el Albacete cinco días después en El Plantío. El conjunto manchego falló un penalti y perdonó ocasiones muy claras, pero no marcó, por lo que el gol de Borja Sánchez a los 20 segundos de juego fue el que decantó la balanza en favor de los de casa.
Volvió a mostrarse gris el cuadro castellano en Cartagena, pero se volvió a llevar el gato al agua y su salto en la clasificación fue importante. Ya estaba a mitad de tabla, siete puntos por encima del descenso.
El éxtasis en este marzo loco llegó el viernes 21 en El Plantío y ante uno de los transatlánticos de la categoría, el Almería. Se pudo ver a un Burgos con más juego y confianza. Además, volvió a tener esa pizca de suerte necesaria que tanto había echado de menos anteriormente.
Pudo llegar la guinda en Elda, donde los blanquinegros buscaban la quinta victoria consecutiva, una racha que hubiera sido histórica en el club de la ribera del Arlanzón. El Burgos sacó un punto que le permite respirar, mantener las distancias y le asienta en la zona templada.