Aunque el peso de un perro de raza Yorkshire Terrier no suele superar los tres kilos y medio ni es habitual que superen los veinte centímetros de altura, los ladridos de uno de estos cánidos bien entrada la madrugada puedan mantener en vilo a todo el vecindario. Hasta el punto de agotar la paciencia y reclamar la presencia de la Policía Local para realizar las oportunas mediciones de ruido y sancionar al propietario del animal.
La Concejalía de Medio Ambiente ha tramitado recientemente un expediente sancionador a raíz de dos partes de la Policía Local en los que consta la visita de los agentes a una céntrica vivienda de la capital tras la llamada de un vecino que expresaba su hartazgo por los ladridos de un perro que le impedían conciliar el sueño. No se sintió intimidado el Yorkshire Terrier con la visita de los agentes ni se tomó un respiró y eso permitió realizar una medición del ruido pasadas las cuatro de la madrugada para comprobar que se había superado el nivel permitido en siete decibelios.
La consecuencia ha sido la de determinar que se había cometido una infracción «grave» de la Ordenanza Municipal del Ruido y, por tanto, eso lleva aparejada una sanción de entre 601 y 12.000 euros. Los técnicos municipales han entendido, afortunadamente para la dueña de la mascota, que el importe mínimo de la multa era suficiente castigo.
Aunque a buen seguro que la multa no le ha sentado nada bien a la dueña del animal, a la que se la ha concedido un plazo de diez días para la presentación de alegaciones, por fortuna no se registraron niveles de ruido que superaran en diez decibelios el nivel máximo permitido. De ser así, la propietaria del Yorkshire Terrier se tendría que haber enfrentado a una sanción de 12.000 euros ya que la infracción se habría tipificado como «muy grave».
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