La Cartuja exhibe una reliquia donada por Juan II

I.L.H. / Burgos
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La Lignum Crucis (madera de la cruz) la regaló el padre de Isabel La Católica y se luce por primera vez con su cruz procesional. Los cartujos quieren aumentar la obra expuesta incorporando otra capilla

En el museo se exhibe con la cruz procesional que gira sobre sí misma aludiendo al revés al lema cartujo: la cruz estable mientras el mundo da vueltas. - Foto: Luis López Araico

Poco a poco en los últimos años el monasterio de La Cartuja está incorporando a la zona de visita nuevas obras que estaban en la clausura o se han realizado para sus instalaciones. La más sorprendente, Aunque solo estuvo unos meses, fue una virgen flamenca que perteneció a Isabel La Católica y que los cartujos decidieron compartir el año pasado con los visitantes. La devoción, sin embargo, que tienen por la Virgen de las Angustias motivó su regreso a la zona de clausura.

Ahora sacan a la luz otra pieza que para los monjes es muy especial por tratarse de una Lignus Crucis, una reliquia de la cruz de Cristo, y porque proviene de Juan II, que fue el fundador del monasterio que terminaría construyendo su hija, la reina Isabel La Católica. Eso, al menos, es la teoría que están tratando de ratificar con la documentación de La Cartuja.

Lo que se cree es que la pequeña astilla llegó al monasterio en 1445 (siglo XV) como parte del oratorio que el papa Martín V regaló al monarca, y del que formaba parte el cuadro de Rogier van der Weyder Tríptico de Miraflores, hoy en un museo berlinés después de que fuera robado por las tropas de Napoleón. «Esa es la principal línea de investigación. No es fácil porque el libro Becerro del monasterio (donde se apuntaba el quehacer diario de estas comunidades) se quemó con la invasión francesa y solo quedan algunas copias de determinadas anotaciones», detalla Ricardo Romaniega, historiador y miembro del departamento de atención al visitante. 

Nada se sabe, en cambio, de la cruz procesional que la envuelve, dado que los cartujos no hacen uso de este tipo de ornamentos. Pudiera ser que la reliquia fuera cedida a alguna parroquia durante algunos años y que la utilizaran en sus procesiones o que se encargara para el traslado de los restos de Juan II, que fue enterrado primero en el convento de San Pablo de Valladolid, llevado después al de Burgos y, finalmente, guiado en procesión a La Cartuja para ser depositado más tarde en el sepulcro que esculpió Gil de Siloé. «Está documentado que cuando lo trajeron hubo una importante procesión en la que participaron el obispo y los nobles, y los escritos dicen que se utilizaron cruces procesionales», añade.

Sea como fuera, los cartujos la exhiben por primera vez en el museo. Lo hace dentro de una vitrina mientras gira sobre su eje, haciendo un guiño al lema de los cartujos, Stat Crux dum volvitur orbis (La Cruz estable mientras el mundo da vueltas), aunque en este caso sería al contrario.

Al igual que han hecho con la reliquia, la intención de los cartujos es seguir compartiendo piezas significativas, para lo que quieren ampliar el espacio de museo. Para ello aspiran a remodelar la capilla de La Compasión, por donde acceden las personas en silla de ruedas, e incorporarla al recorrido. Para eso necesitan permisos y fondos, así que de momento solo es un deseo que esperan convertir en realidad.