Las últimas horas de María Ángeles

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
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El libro 'Dinamita, tuercas y mentiras' relata con detalle cuanto rodeó al salvaje atentado perpetrado por ETA hace ahora medio siglo en el que perdió la vida una estudiante burgalesa de 20 años

Las últimas horas de María Ángeles - Foto: Archivo DB

Aunque abatidos, rotas sus vidas para siempre, cuando les preguntaban cómo era la hija que les habían arrebatado salvajemente ellos siempre respondían de la misma manera: era alta, guapa, inteligente y buena; lo hacían con ese orgullo íntimo del amor sin mácula, con esa pasión de amor de padres que no se puede explicar con palabras porque sólo puede sentirse. Lo hacían, además con enorme dignidad, con entereza. Era alta, decían, quizás porque era extraño -todavía en aquella España aún en grises del final de la dictadura- ver a una chica alta, esbelta.Era guapa, subrayaban con ufanía, posiblemente azorados por si alguien podía pensar que exageraban, que era una descripción que sólo podía mover la pasión. «Hermosa, bien parecida. La gente la apreciaba mucho», subrayaba su padre las pocas veces que le preguntaron sobre ella. María Ángeles Rey, de 20 años y nacida en Burgos, estudiante de Comercio, buena hija, buena hermana, buena amiga, era una joven estudiosa, trabajadora, responsable, simpática y sociable que se encontraba en Madrid aquel fatídico viernes de hace ahora 50 años. Era el día 13 de septiembre, mes que en Madrid todavía es verano. Quién iba a pensar que era la fecha elegida para que unos desalmados asesinos dejaran su impronta en forma de horror, sangre y muerte de forma masiva e implacable.
En el espléndido libro Dinamita, tuercas y mentiras (Editorial Tecnos), Gaizka Fernández Soldevilla y Ana Escauriaza Escudero desmenuzan con precisión, rigor y un análisis profundo y caleidoscópico cuanto aconteció antes, durante y después de aquella maldita y negra jornada, la que la banda terrorista ETA eligió para llevar a cabo su primera matanza indiscriminada. Fue en el tristemente conocido como atentado de la cafetería Rolando, o de la calle Correo, que arrojó un saldo terrible: trece fallecidos y 70 heridos. Entre las víctimas mortales, la burgalesa María Ángeles Rey, sobre quien los autores del libro realizan un pormenorizado relato de sus últimas horas.

«Una de las tragedias dentro de la gran tragedia de aquel nefasto día fue la muerte de la estudiante María Ángeles Rey Martínez, que tuvo lugar en Tobogán [restaurante aledaño a Rolando].Se había desplazado a Madrid con unas compañeras [otras quince] para realizar un examen del título de auxiliar de empresa en la Escuela de Comercio (...) Conocer la capital de España era emocionante para estas chicas, muchas de las cuales procedían de localidades pequeñas y de familias con bajos recursos», recogen los autores en el amplio pasaje dedicado a las burgalesas que incluye los testimonios de alguna de las supervivientes, como María Jesús Arandilla: 'Para una vez que teníamos, no sé, la felicidad de salir a comer a un sitio todas juntas, solas, que te suceda esta circunstancia...La verdad es que fue algo muy duro, quizás también por nuestra inocencia'.

(Reportaje completo en la edición en papel de hoy de Diario de Burgos o aquí)