El campo burgalés ha recuperado la sonrisa al ver por fin los almacenes llenos de cereal. El dato final de la cosecha obtenida en la provincia refleja que las mejores previsiones que se hacían al inicio de junio se han cumplido y eso ha permitido alcanzar en total los 1,7 millones de toneladas, lo que supone justo el doble de la cantidad recogida el año pasado. «Ahora lo que queda por delante es ver cómo lo vendemos», afirman desde las organizaciones agrarias, que alertan de unos precios muy bajos.

El dato de esta cosecha se encuentra en la media de lo conseguido en las dos últimas décadas y los sindicatos lo definen como «bueno». Eso sí, resulta muy superior a las 840.000 toneladas de 2023 y a los 1,1 millones de toneladas de 2022, cuando la falta de lluvias y las altas temperaturas asestaron un golpe histórico al campo burgalés. En 2017 también se bajó hasta las 882.000 toneladas por culpa de la sequía. Y en el lado opuesto están las campañas de 2008 y de 2020, cuando se alcanzaron los 2 millones de toneladas.

El resultado final mejora las estimaciones que se habían realizado después de subir algo los rendimientos en Páramos hasta los 4.000 kilos por hectárea de trigo y cebada. Mientras, en Odra-Pisuerga el trigo se ha elevado hasta los 5.000 kilos por hectárea y la cebada llega a 5.100. En Arlanza se ha bajado unos 100 kilos por hectárea con respecto a las estimaciones de julio, quedándose en 4.500 el trigo y 4.600 la cebada. 

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