Esa maravilla que es el Museo de Burgos no hace más que dar síntomas de lo necesaria que se hace su ampliación, proyectada y aplazada desde hace ya demasiados lustros. Sus almacenes se hallan tan saturados que se está buscando un espacio externo que pueda dar cabida a las piezas que, continuamente, recalan en el lugar que mejor explica la huella del hombre en tierras burgalesas desde que se puso de pie y hasta nuestros días. Los numerosos yacimientos arqueológicos que hay en la provincia, y sus continuas excavaciones, arrojan ingentes piezas cada año, y es el Museo de Burgos el lugar al que van a parar para su conservación, estudio y custodia. Cada pieza que llega se convierte automáticamente en Bien de Interés Cultural, esto es, tiene la máxima protección.
«Estamos a tope. Ya no cabe nada más. Estamos al cien por cien. Y se está trabajando en buscar un almacén externo, pero uno grande», admite resignado su director, Luis Araus, mientras va abriendo enormes armarios que presentan todos sus anaqueles llenos de cajas de cartón y plástico, colmados estos de piezas de todas las épocas de la Antigüedad: restos paleolíticos, neolíticos, romanos, visigodos, románicos... «Lo que más tenemos en almacén es arqueología.Todo lo encontrado en las excavaciones que se hacen en la provincia viene al museo. Y es un ingreso constante, un goteo permanente pero sustancioso. Como muchas de las piezas son pequeñas, podemos estar hablando de que en el almacén de arqueología hay cientos de miles», indica Araus. Hay, también, piezas más grandes, muchas de las cuales proceden de las desamortizaciones, de monasterios que desaparecieron, como es el caso del Convento de San Pablo. Se trata de capiteles, arcos, esculturas, pedazos de columnas, claves, relieves, lápidas, cerámica, bronces... Algunas de las obras que están en el almacén han estado alguna vez expuestas o han tomado parte de alguna exposición temporal. «El museo no puede exponer todo. Algunas se han exhibido y luego se han retirado al ser sustituidas por otras».
Todas las piezas están perfectamente guardadas, inventariadas y reseñadas; en ocasiones son consultadas por investigadores. «Hay piezas, de hecho, que sólo son para consulta, que no son vistosas pero que contienen información para quienes investigan».Ordenado y referenciado, pero saturado. «La capacidad del edificio [la Casa Miranda] está totalmente sobrepasada», subraya Araus. He aquí que la ansiada y malhadada ampliación se haga más necesaria que nunca. Y no sólo de la Casa Melgosa, sino también del edificio que acogió el Cine Calatravas, que es donde el plan director contempla más espacio para almacenar piezas».
Todo está perfectamente datado y ordenado, pero ya no queda espacio. - Foto: PatriciaEl almacén de Bellas Artes, que se encuentra separado del correspondiente a arqueología, también está rebosante. Hay en este espacio principalmente cuadros, pero también otras piezas artísticas de lo más variopintas, como un antiguo y rarísimo instrumento de cuerda, un arca italiana del siglo XV, un jarrón de cerámica del siglo X, muebles de distintas épocas; la mesa en la que trabajaba el pintor Luis Sáez, obras del gran orfebre burgalés Maese Calvo...
De los cuadros que se conservan en el almacén, que son muchos, destacan principalmente un fabuloso retrato de Margarita Prieto realizado por Modesto Ciruelos, así como una Magdalena Penitente, obra de aquel genio del Barroco que fue Mateo Cerezo y que está en depósito en Burgos, porque es propiedad del Museo delPrado; un óleo de TeófiloDióscoro de la Puebla y sendos cuadros de otro de los grandes pintores burgaleses del XVII, Benito ManuelAgüero, también depósitos del Prado, que estuvieron expuestos durante un tiempo. «Nos están llegando donaciones continuamente que son muy interesantes, de ahí que el espacio de almacén sea cada vez más necesario.Ojalá se encuentre pronto un espacio idóneo y muy grande, que es lo que estamos buscando, para poder almacenar todos estos fondos», concluye Araus.