"Este país dio una prueba de madurez impresionante"

GADEA G. UBIERNA / Burgos
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5 años de la pandemia en Burgos | El servicio policial es esencial y suele exigir contacto físico, pero se adaptó a la crisis con la prioridad de evitar la propagación del virus

El comisario, Jesús Nogales, destaca «la agilidad» de la Policía Nacional para adaptarse a la pandemia y el «coraje» de todos los efectivos de Burgos. - Foto: Alberto Rodrigo

Al comisario en Burgos, Jesús Nogales, le enorgullece la respuesta de la Policía Nacional en la pandemia. «Gente que llevaba toda la vida en gestión, en la Judicial o en otras unidades de investigación se puso el uniforme sin cortapisa alguna y salió a la calle; tuvieron muy claro que en ese momento tocaba otra cosa y no digo que seamos héroes, porque no lo somos, pero sí que la gente le echó coraje», dice, subrayando que no hubo ni una renuncia. Y eso que el trabajo de calle de este cuerpo de seguridad exige, por definición, contacto. Y que todos los agentes sabían que, en algún momento, podrían tener que detener a una persona «a la que hay que agarrar y que se va a resistir, que te va a toser en la cara y que no se va a poner la mascarilla porque no está por la labor», añade Nogales, matizando que«hubiera entendido que a alguno le diera reparo. Pero no. Nadie».

Del principio, Nogales recuerda «la incertidumbre» y la preocupación por su día a día. «El servicio policial no puede dejar de prestarse y no sabíamos cuánto iba a durar», dice, rememorando que se preguntaban «¿qué vamos a hacer con los detenidos, con la atención al ciudadano, con las llamadas, con los servicios públicos?». El auxilio a las personas y la atención a las víctimas, junto a las detenciones, eran 'intocables' y explica que «organizamos las cosas de forma que todo continuara y que el servicio se prestara con calidad. Creo que fuimos ágiles en Comisaría y, en general, en la Policía Nacional. Y sin perder de vista cómo cuidar de los ciudadanos sin enfermar nosotros».

El cierre de espacios públicos y la supresión de actividades facilitó la reestructuración, porque «dejaron de prestarse servicios que no tenían sentido y todos esos recursos se desviaron». Ese fue el caso, por ejemplo, de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR), cuyo ámbito de actuación son los grandes eventos. Así que sus treinta integrantes, con el inspector jefe José Manuel García a la cabeza, cambiaron de cometido y se dedicaron «a dar asistencia a la gente que lo necesitaba, a evitar que se saliera de casa y, sobre todo, a evitar contagios». Ahí entraba acompañar a los sanitarios a algunos domicilios, «por si necesitaban ayuda».

Policía Nacional, en un control para evitar desplazamientos. Policía Nacional, en un control para evitar desplazamientos. - Foto: Luis López Araico

Evitar la propagación del virus era prioridad general y así lo recuerda también el responsable de Seguridad Ciudadana, el inspector jefe Eloy Ladrón: «El trabajo de calle cambió de forma radical. Nosotros nos dedicamos a evitar que se cometan delitos y, como la gente no salía no delinquía, así que eso pasó a un muy segundo plano. Nuestra única preocupación y ocupación era evitar infecciones». De esa época, Ladrón recuerda, para mal, «la extrañeza de circular por las calles y comprobar que estabas solo. Parecía una situación apocalíptica y no se veía final inmediato». En este sentido, García alude a cómo pasaban de recibir aplausos a las 20.00 horas a insultos cuando, por ejemplo, volvían a casa. «La gente no sabía que yo no estaba dando una vuelta», dice, mientras Nogales apunta que, en esos casos, más que ciudadanos con vena policial «había mucho miedo. No sabes si está trabajando, si es negacionista, si no quiere cumplir... No racionalizas, solo ves que esa persona está en la calle y puede contagiar». Pero, no obstante, asegura que «la mayor parte de la gente se portó maravillosamente bien y este país dio una prueba de madurez absolutamente impresionante».

Ahora, no tienen tan claro cómo sería la reacción si la crisis se repitiera. «Muchas sanciones no han tenido lugar porque la norma que regulaba no era acorde a la Constitución, así que regular la siguiente  sería complicado y nos pondría en una situación aún más compleja», dice Ladrón, justo antes de que Nogales apunte que, quizá, lo más difícil sería «la gestión de determinados grupos. Si a la gente que tiende a no entender la legislación les hemos dado la excusa de que no es buena, lo van a aprovechar». Y de ahí que avance que «a nosotros no nos compete, pero sería conveniente que el marco regulatorio fuera más claro en el futuro».

De lo que sí están convencidos los tres es de que, si ocurriera otra vez, «la Policía Nacional estaría lista antes que otras Administraciones: nos coordinamos y adaptamos de una manera muy rápida». De hecho, destacan como positivo que la pandemia «nos quitó algunos clichés mentales» y adoptaron herramientas nuevas para cosas que siempre habían dado por hecho que se resolvían de una manera. «Por ejemplo, las videoconferencias», afirma Nogales, señalando que permitió establecer «sinergias colaborativas con otras instituciones». Y algunas de ellas se mantienen: «Ahora se puede pasar a disposición detenidos a través de videoconferencia con los juzgados. No en todos los casos, pero en algunos sí. Y optimiza muchísimo los recursos».

De lo mejor de esa época destacan la colaboración con otros cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado «en igualdad, sin pegas ni cortapisas», concluyen, destacando en sentido contrario a «los negacionistas. Es que no puedo entender que haya gente que no haya sido capaz de aceptar que la situación existió».