Iván Ferreiro se vuelve poesía en Ebrovisión

Ó.C. / Miranda
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El gallego transforma el festival con una actuación en la que prometió «hablar poco y cantar mucho», con el reto de llegar «a la patata» de todos los amantes de la música que se pusieron a sus pies

Iván Ferreiro llenó de luz el recinto, pero no solo gracias a los focos que iluminaron al artista.

Ebrovisión vivió una noche especial. Repleta de momentos estelares y lo hizo con la tranquilidad de no mirar al cielo, de poder disfrutar de los artistas que pasaron primero por el anfiteatro, pero sobre todo por el recinto principal, en el que se notó la talla de las figuras que lucían en el cartel. Una de ellas tiene un nombre que puede considerarse común, pero Iván Ferreiro sobre todo demostró que sigue siendo un grande y se transformó en poesía con sus letras repletas de sentido. Lo hizo con canciones que repasaron su extenso repertorio, en una actuación en el que prometió «hablar poco y cantar mucho». También habló del objetivo con el que se subió al escenario, el de «llegar a la patata», de un público entregado que vibró en la primera gran noche del festival en su 22 edición.

Eso se notó. La asistencia se multiplicó respecto al primer día. Ferreiro comenzó su espectáculo con Canciones para no escapar, aunque para poder tocarla primero necesitó saltar un obstáculo y solventar unos pequeños problemas técnicos. Pidió disculpas por el retraso, pero los ebrovisivos pronto se olvidaron. «Hemos preparado un recorrido por Trinchera pop», avanzó el artista, que también incluyó algunos de sus himnos, esos que han pasado ya por el Ebrovisión, porque remarcó la complicidad que tiene con un festival en el que estuvo conLos Piratas en la primera edición. De aquella época cantó M, pero en el Polideportivo de Anduva resonaron también temas como Mi amor es imposible.

Después del músico gallego entró en el escenario principal Miles Kane, una de las actuaciones en la que la organización puso el foco en la previa. Aún así, en esta segunda jornada Ebrovisión tampoco perdió su estilo y dio oportunidades a grupos que actuaban por primera vez. La Paloma fue uno de ellos y se encargaron de prender la mecha en el recinto principal. Ellos tocaron en el Polideportivo de Anduva las primeras notas en un escenario más modesto, el de La Salve, aunque el grupo consiguió conectar con el público y transportarles con temas como Bravo Murillo. Se despidieron con Palos, aunque con la promesa de volver «a un festival mítico», afirmaron.

Después de los madrileños la marabunta se movió al escenario principal. Era el turno de Cala Vento, un dúo formado por Juan Delgado y Aleix Turon, que demostraron que hace falta poco para invitar a bailar a una multitud, tan solo una batería y una guitarra. «Es un placer estar aquí otra vez», dijeron para empezar y arrancar sin dejarse nada, con canciones como Ferrari o Un buen año.

La nota femenina la pusieron las integrantes de Shego, porque a eso también presta atención en la organización del festival, que hoy afronta su gran jornada, no solo en el plano musical con la actuación de Arde Bogotá, sino también en el ambiente que se crea en la ciudad, que hoy a buen seguro respirará diferente.

(Más reportajes e imágenes de los diferentes conciertos y actividades en la edición impresa de este sábado de Diario de Burgos o aquí)