La Junta lo viene anunciando desde el pasado verano. Los servicios de Anatomía Patológica de los 14 hospitales de la comunidad autónoma van a ser protagonistas de un cambio de paradigma en su forma de trabajar como no han conocido otro en las últimas décadas: llega la patología digital, que va a sustituir los microscopios por escáneres e incorporará todo un sistema de gestión de las imágenes con algoritmos de ayuda a los diagnósticos que permitirán que estos sean, en palabras de la patóloga del Hospital Universitario de Burgos (HUBU) Johanna Palacios, «más rápidos, con una menor subjetividad y con una mayor eficiencia».
Palacios, que forma parte, junto con el jefe del servicio, Enrique García Toro, del Grupo de Patología Digital de Castilla y León, ha sido una de las encargadas de analizar la digitalización que han hecho hospitales de otros puntos de España y de someter a test de estrés a todos los equipamientos que ofrece el mercado. Ese trabajo de campo y el que se ha hecho con las direcciones generales de Salud Digital y de Infraestructuras de la Consejería de Sanidad, «en una colaboración magnífica», según sus palabras, es el que permitió anunciar en julio una inversión de más de 6 millones de euros, parte de los cuales serán aportados por el Programa de Desarrollo de Medidas para mejorar la Eficiencia y la Sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud en el ámbito de la salud digital, incluido dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno central y la Unión Europea. Así pues, al HUBU llegarán antes del mes de octubre del próximo año -esas son, al menos, las previsiones- dos escáneres, 21 estaciones de trabajo para el diagnóstico clínico, una pantalla de 85 pulgadas y 3 de 55.
Se trata de un proceso que va a continuar el camino iniciado ya hace tiempo hacia una medicina personalizada o de precisión en la que el tratamiento se hace a medida de las necesidades, las características, el estilo de vida y la genética de cada paciente. «En definitiva la patología digital ofrecerá una mejora asistencial que, además, aporta una gran equidad puesto que con el trabajo en red -ya que vamos a poder conectarnos entre hospitales de la comunidad y fuera de ella- la atención va a ser la misma para una persona que viva en el pueblo más alejado de un hospital comarcal que para quien viva en la ciudad», añade Johanna Palacios.
Aunque Anatomía Patológica es uno de los servicios centrales del HUBU -lo que quiere decir que trabaja para el resto de las áreas tanto médicas como quirúrgicas- es probablemente uno de los más desconocidos. Poca gente sabe que en el tiempo que transcurre entre la realización de muchas de las pruebas diagnósticas que se hacen en el hospital y sus resultados son estos profesionales (un equipo de 32 personas) los que se encargan de confirmar si, por ejemplo, un tumor es benigno o maligno y de indicar qué tipo de tratamiento necesita. Esta especialidad médica es la encargada de estudiar y analizar la estructura celular para explicar los porqués de las distintas enfermedades desde lo morfológico hasta lo molecular. Para ello analiza tejidos u órganos que pueden ir desde una pequeña muestra de piel que envía Dermatología, por ejemplo, hasta una pieza quirúrgica de un órgano afectado por un tumor que se extirpa durante un procedimiento quirúrgico.
Su herramienta fundamental hasta ahora ha sido el microscopio, un mecanismo «óptico y mecánico», como lo describe Enrique García Toro y en cuya utilización se implica todo el conocimiento de los especialistas y su experiencia, de ahí que se hable de subjetividad en ese proceso diagnóstico. «En el laboratorio se hace un procesamiento de las muestras hasta conseguir una preparación histológica, un cristal en el que se coloca un corte muy fino de la muestra con tintura que es el que siempre hemos mirado con el microscopio, por eso el salto tecnológico va a ser ahora de una gran magnitud», comenta el experto, que califica de «revolución» las novedades y avances que va a aportar la patología digital.
El sistema de gestión de imágenes que incluirá el equipamiento va a permitir ver con una precisión hasta ahora insólita todas las partes de las células del tejido u órgano que se analice. Además, será posible el almacenamiento de las muestras en óptimo estado (ahora, con el tiempo se deterioran), lo que será de mucha ayuda también para la investigación, los estudios epidemiológicos y para incorporar en los pacientes todos los avances que se vayan produciendo y que sean beneficiosos para su patología. Por otro lado, se generarán enlaces que se podrán enviar por cualquier tipo de mensajería (correo electrónico, whatsapp...) a patólogos de otros hospitales si se precisa una segunda opinión y realizar lo que Johanna Palacios llama «consultas dinámicas» en tiempo real con colegas de otros puntos del país: «Va a ser muy útil también para los comités que hay en el hospital con otras especialidades e incluso para el teletrabajo».
Las imágenes que van a ofrecer los escáneres serán de mucho detalle y los flujos de trabajo se automatizarán por completo: «Desde el primer momento, desde que sale la muestra del paciente hasta que nos llega el cristal, se diagnostica y se cierra una biopsia todo estará automatizado y ayudará a disminuir los errores que puedan producirse en cualquier punto del proceso», añade García Toro.
¿Y cómo se salvará la tortuosa conectividad que tiene el HUBU desde su apertura? Esa falta de internet en muchas zonas del hospital que hace que salten los buzones de voz de los teléfonos móviles y que la red de redes ni se intuya ya se ha contemplado y previsto licitando y adjudicando la ampliación de las infraestructuras y almacenamiento de manera que se consiga mayor rapidez en la descarga de las imágenes.
De los seis profesionales que conforman el Grupo de Patología Digital de Castilla y León, que esta misma semana recibió el primer premio en el Concurso de Retos de Innovación en Salud de Castilla y león de Medicina Personalizada y de Precisión, dos son García Toro y Palacios, del HUBU. El resto son Belén Tristán, de Ávila, que ha hecho tándem con Palacios en el trabajo de campo; Rocío Martín, también de Ávila; José Santos, de León, y Ma Ángeles Torres, del Hospital Río Hortega de Valladolid, centro que ha acogido el proyecto piloto.