La autopista sigue siendo una ratonera, sobre todo en verano, cuando se produce el más mínimo percance. Desde su liberación en diciembre de 2018 la infraestructura soporta una gran densidad de tráfico, puesto que los cerca de 10.000 vehículos al día que transitaban de media por la N-I se pasaron a la AP-1 para evitar los muchos peligros de la nacional. Así que en vacaciones aguanta picos de hasta 50.000 automóviles, según el medidor de Monasterio de Rodilla.
Durante el verano que ya va tocando a su fin, en concreto entre julio y agosto, la doble vía entre Burgos capital y Miranda de Ebro se ha colapsado en diez jornadas, que ha obligado a la Dirección General de Tráfico (DGT) a informar a través de todos sus canales, desde los pórticos situados en las carreteras de alrededor hasta su página web.
Las cifras son elevadas, pero son menos días que otros años. Y, sobre todo, la duración de los atascos no ha sobrepasado las dos horas, lo que evidencia que las medidas puestas en marcha por la Guardia Civil de Tráfico han dado resultado, pese a las dificultades para despejar una infraestructura con tan pocas entradas y salidas, y con dos carriles en la mayor parte de su itinerario.
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