Una intervención conjunta entre agentes de la Policía Local y Nacional permitió hace unos días detener a un individuo de 20 años al que el personal de seguridad privada de un supermercado de la calle Melchor Prieto había sorprendido con un arsenal de botellas de alcohol ocultas en un carrito. No era un ladrón cualquiera. Al comprobar sus datos de filiación, se percataron de que tenía varios antecedentes por hechos similares, algunos cometidos en fechas inmediatamente anteriores. Indagaciones posteriores desvelaron que era una miembro de un grupo delictivo especializado en este tipo de golpes. Uno más, lamentan desde la patronal de superficies comerciales de Castilla y León. En los últimos años, reconocen, los asaltos de estas bandas son constantes, lo que les ha obligado a incrementar las medidas de seguridad en sus establecimientos.
El año pasado, solo en la capital burgalesa se denunciaron 1.810 hurtos, un 6% más que el año anterior, cuando ya se produjo un incremento notable. Desde la Asociación de Supermercados de Castilla y León (Asucyl), aseguran que este tipo de delitos no se cometen por necesidad, sino que apuntan a que ocho de cada diez son cometidos por grupos delictivos especializados. «Tenemos muy claro que el robo por necesidad o no existe o es muy minoritario», aclara Isabel del Amo, gerente de este colectivo.
Luchar contra este fenómeno en auge no es nada sencillo. Los empresarios invierten cada vez más dinero en medidas de seguridad, reconoce Del Amo. Agentes privados en los establecimientos, que van rotando en función de los problemas que van surgiendo, videovigilancia, alarmas en lugares donde antes nunca se habían colocado -el aceite, por ejemplo, desde que el precio se disparó-, y otros recursos que la patronal no quiere revelar por cuestiones obvias.
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