Los burgaleses deberían de poder disfrutar desde hace ahora un año de los primeros kilómetros de la autovía a Logroño en territorio provincial. Aunque son apenas 7 de los 14 que conforman el tramo que conecta Santo Domingo de la Calzada con Villamayor del Río, lo cierto es que no dejan de ser muy deseados entre todos los ciudadanos. Sin embargo basta con echar un vistazo al panorama para comprender que, de momento, la A-12 entre La Rioja y Burgos dista mucho de ser una carretera de altas capacidades.
Apenas se ve movimiento de camiones, muchos de ellos estacionados en el tramo que pasa por el término municipal de Redecilla del Camino y con problemas mecánicos que impiden su funcionamiento. Los que sí están operativos se afanan el llevar de un lado a otro montones de tierra que se extraen de los apenas 3 o 4 enclaves donde hay trabajadores. Uno de ellos es un viaducto junto a Viloria de Rioja, aunque también hay tajo pendiente en materia de estructuras nada más cruzar el límite con la región vecina, así como en el enlace de Grañón (ya en La Rioja). Los accesos a Castildelgado, Bascuñana o Redecilla del Camino, en Burgos, sí están más avanzados.
Tal es la sensación de calma que muchos vecinos han tomado el futuro trazado de la autovía, ya perfectamente definido en sus 14 kilómetros, como emplazamiento habitual para dar sus paseos matutinos o vespertinos, bien sean a pie o montados en sus bicicletas. El plazo de ejecución inicial por el que se firmó el contrato de construcción de este segmento, el primero que iba a tocar suelo burgalés, fue de ejecución de 36 meses. El reloj empezó a contar en marzo de 2020.
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